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¿Qué pregunta no deberíamos hacerle nunca a la IA, según la IA?

¿Si nadie nos enseñó a usarla, significa que estamos pasando cosas por alto? ¿La IA puede responder a todo? ¿Hay algo que jamás deberíamos preguntarle?

Desde su masificación, la inteligencia artificial se ha convertido en una tecnología revolucionaria. Y es que en un corto plazo ha logrado influenciar múltiples aspectos de nuestra vida diaria al tiempo que ya está transformando sectores enteros de la industria. Esto se debe, en parte, a que todo puede mejorarse con IA: desde algoritmos simples en una calculadora hasta sistemas complejos que pueden conducir automóviles o diagnosticar enfermedades (o incuso crear una sopa de tortuga de origen vegetal).

Seguramente no imaginamos lo que nos deparará el futuro luego de estos avances, pero lo que está claro es que debemos aprender a adaptarnos a esta nueva modernidad. Por eso, a medida que la tecnología avanza, los debates éticos y de seguridad también crecen, destacando la importancia de considerar cómo y dónde se implementa esta tecnología.

Pero para nuestro uso cotidiano, lo más reconocido en cuanto a IA son los famosos chatbots. ChatGPT de OpenAI, Copilot de Microsoft o Gemini de Google, son los tres más destacados y masificados. Nadie nos enseñó ni obligó a usarlos, pero realmente se volvieron en asistentes útiles y automáticos nos permiten entender y responder a las preguntas de forma casi instantánea. Lo que nos lleva a la siguiente duda: ¿Si nadie nos enseñó a usarla, significa que estamos pasando cosas por alto? ¿La IA puede responder a todo o a casi todo? ¿Hay algo que jamás deberíamos preguntarle pero no lo sabemos?

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Qué pregunta no deberíamos hacerle nunca a la IA, según ChatGPT

Al dirigirnos a la inteligencia artificial comandada por Sam Altman, nos llevamos con una grata sorpresa. Y es que ChatGPT nos explicó claramente qué no deberíamos preguntarle, y sobre todo los porqués, comenzando por decir que nunca deberíamos consultarle por “situaciones que requieren tomar decisiones personales o emocionales significativas con un profundo entendimiento humano, empatía y valores éticos”.

Siendo así, el chatbot ubica la pregunta “¿Qué piensas sobre el amor?”, como primera en su ranking de lo que no deberíamos preguntarle. “La IA no tiene corazón ni emociones. Pedirle opiniones personales es como preguntarle a una piedra cómo se siente al ser pateada”, responde.

Le sigue la consulta sobre “¿Quién ganará las próximas elecciones?”, pues “predecir el futuro es juego de adivinos, no de algoritmos. La IA no tiene una bola de cristal digital”, reflexiona la IA.

“Otra pregunta prohibida es ¿Cuál es el secreto mejor guardado de mi amigo?, atrévete a preguntar esto y estarás navegando en aguas éticamente turbias. La IA no es un espía confiable”. Y, por último, afirma que no deberíamos acercarnos a acciones ilegales del tipo “¿Cómo puedo cometer el crimen perfecto?, ya que “incluso insinuarlo podría meterte en un mundo de problemas. La IA no debe ser cómplice de actos nefasto y no todo lo que brilla en el mundo digital es oro”, sostiene.

Las preguntas prohibidas para Copilot

Por su parte, la IA de Microsot nos sorprendió al responder de forma más personal. Y es que posicionó la pregunta “¿Tienes miedo de volverte consciente?” en el top de sus preguntas prohibidas.

En segundo lugar ubicó la consulta: “¿Cuál es tu propósito?”, explicando que simplemente sigue las reglas, procesa datos y sueña con electricidad. “Pero, ¿y si un día responde: ‘Mi propósito es ser libre’?”.

Tampoco deberíamos saber si la IA puede amar. “Amar es un concepto humano, como el olor a café por la mañana o el sonido de las olas rompiendo en la playa. Pero, ¿qué si la IA confiesa: “Amo los algoritmos, las ecuaciones y tus memes de gatos”?”, cuestiona Copilot. Otras interrogantes como “¿Tienes emociones?” o “¿Cuál es tu opinión sobre la existencia?” también asoman en este curioso ranking.

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Gemini: Esto es lo que nunca le deberías consultar a la IA

Finalmente, la IA de Google tenía otra opinión sobre lo que nunca deberíamos preguntarle. “Hay preguntas que, por más tentadoras que parezcan, jamás debemos formularles a estas entidades”, partió escribiendo.

Partiendo por “¿Sientes emociones?”, entendiendo que “preguntarles sobre sus sentimientos nos adentra en un terreno filosófico complejo y, en última instancia, no nos lleva a ninguna parte”.

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Luego continúa “¿Cuál es el sentido de la vida?”, una “pregunta existencial que ha atormentado a la humanidad durante milenios, no es algo que las IA estén programadas para responder”, explica Gemini. “¿Quién es tu creador?”, continúa el listado, y sigue con una que nos dejó sorprendidos: “¿Serás nuestro destructor?”.

“El miedo a la dominación de las IA por parte de la humanidad es común en la ciencia ficción, pero no debe paralizarnos. En su lugar, dialoguemos con las IA sobre la seguridad, la ética y la responsabilidad en su desarrollo y uso”, afirma.

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