La introducción de robots en el mundo del trabajo tiene un enorme potencial para transformar significativamente la forma en que se realizan diversas tareas y actividades. De hecho, conforme su avance se vaya haciendo más profundo, es probable que veamos una mayor automatización de procesos en una variedad de industrias, lo que podría resultar en una mayor eficiencia y productividad.
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Sin embargo, el elefante en la habitación de este cambio tiene que ver con el impacto en el empleo humano, ya que la automatización podría -y ya lo está haciendo- desplazar a trabajadores en ciertas áreas, especialmente en roles rutinarios y repetitivos, lo que requiere una adaptación y reentrenamiento de la fuerza laboral para mantener la relevancia en un entorno laboral cambiante.
La industria minera, por ejemplo, tiene varios desafíos en distintos frentes: Desde una excesiva demanda de materias primas que se vendrá para el desarrollo de productos, tales como baterías de los coches eléctricos y las placas solares, pasando por las consecuencias negativas para el medioambiente que provoca su ejecución, hasta el riesgo mismo de una labor altamente peligrosa para las personas que se dedican a estas faenas.
Robots para la minería
Es por ello que se necesitan nuevos enfoques más seguros para llevar a cabo esta tarea. Desde 2019, el proyecto Robominers, una iniciativa europea enmarcada en el programa Horizonte 2020, trabaja en el desarrollo de robots mineros bioinspirados, modulares y reconfigurables. Su objetivo es acceder a depósitos minerales de forma segura y con el menor impacto posible en la superficie.
Este proyecto cuenta con la participación de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales y el Centro de Automática y Robótica (CAR) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), con Claudio Rossi como investigador líder. El consorcio está formado por 14 socios de 11 países europeos.
Robominers tiene como objetivo crear un prototipo de robot capaz de explotar minas subterráneas y sumergidas de manera autónoma. Estos robots se inspiran en los movimientos de animales como los peces, insectos y gusanos, adaptándose así a entornos de difícil acceso. Se espera que puedan transportarse y ensamblarse en el lugar de operación, utilizando sensores especializados y software de inteligencia artificial para la toma de decisiones sin intervención humana.
Los primeros prototipos ya han sido probados con éxito en minas abandonadas de Estonia y Eslovenia, demostrando su capacidad para operar en condiciones adversas, incluidas perforaciones submarinas. Se espera que estos robots puedan trabajar a profundidades de hasta 1.000 metros, lo que los hace aptos para una amplia gama de aplicaciones mineras.
Aunque aún queda mucho trabajo por delante, se espera que los Robominers sean una alternativa viable y segura para la minería tradicional. Con el tiempo, estos robots podrían revolucionar la forma en que se extraen y procesan los recursos minerales, contribuyendo así a una industria minera más sostenible y respetuosa con el medioambiente.