Algunos lo recordarán, pero la mayoría no lo debe tener en su memoria. Hablamos de enviar un correo electrónico, una tarea que hoy es de las más sencillas pero que hace 40 años atrás era toda una odisea.
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¿Cómo era enviar un email en los 80?
En aquel entonces, antes de que el internet estuviera presente en casi todos los hogares del mundo y en una época de interfaces poco amigables o intuitivas, los usuarios debían dominar sistemas de comandos específicos y conectarse a través de módems de baja velocidad para enviar un correo electrónico.
Esta forma de comunicarse era bastante rudimentaria, pero marcó a toda una generación de personas que descubrieron nuevas formas de comunicarse a través de la tecnología.
De hecho, aquel era el comienzo de toda una revolución. Ya no sería necesario enviar cartas al otro lado del mundo; ahora el internet permitía hacerlo de manera digital y mucho más rápido.
Pero volvamos al proceso. En la década de los 80s, para enviar un email necesitabas de dos elementos fundamentales: una computadora y acceso a una red.
No olvidemos que se trataba de las primeras generaciones de los PCs, tiempos en los que no eran ni muy rápidos ni muy económicos.
Además, las máquinas de esa época operaban con sistemas que necesitaban comandos de texto para ejecutar tareas, lejos de las interfaces gráficas actuales, empleando programas específicos que exigían conocimientos de comandos y sintaxis para su uso.
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La conexión a Internet tal como la conocemos no existía o estaba en sus inicios, siendo reemplazada por redes y protocolos específicos que facilitaban el intercambio digital. El protocolo SMTP (Simple Mail Transfer Protocol) era fundamental para enviar emails, mientras que el protocolo POP (Post Office Protocol) permitía la recepción de mensajes.
Así, las principales dificultades para enviar un correo en los 80s incluían la complejidad técnica y la falta de integración de esta tecnología en la vida diaria. Básicamente, servían para comunicaciones formales o intercambio de archivos importantes, no para mensajes casuales.
Pero la evolución hacia interfaces más amigables y conexiones a Internet más rápidas no tardó en avanzar hacia la comunicación digital que conocemos hoy, lo que nos alegra porque así la vida es mucho más sencilla que antaño.