Elon Musk ha coleccionado enemigos a lo largo de su carrera, y uno de los nombres que se sumó recientemente a esa lista es el de Sam Altman, CEO y fundador de la compañía de inteligencia artificial (IA) OpenAI. El choque entre estos dos titanes tiene sus raíces en una serie de desarrollos y desacuerdos que han marcado su relación en la industria.
La fundación de OpenAI en 2015 atrajo la atención de Musk, quien inicialmente respaldó la empresa debido a su enfoque en la IA. Sin embargo, las relaciones se volvieron tensas cuando el CEO de Tesla y SpaceX decidió retirarse del proyecto, alegando que la compañía tenía vínculos con otras grandes empresas tecnológicas.
Esta decisión marcó el inicio de una serie de desencuentros, como explica Expansión en un informe publicado en su sitio web.
Las diferencias entre Altman y Musk
Uno de los puntos críticos en la relación fue la propuesta de Musk para tomar el control de OpenAI en 2018, una oferta que fue rechazada. Esta situación desencadenó su salida de la junta directiva debido a preocupaciones sobre conflictos de intereses, ya que Tesla estaba desarrollando su propio sistema de IA para la conducción autónoma. El temor de que ambas compañías pudieran competir por el mismo talento fue parte de la razón detrás de esta medida.
La separación fue un golpe financiero para OpenAI, ya que Musk ya no continuó financiando la empresa como lo había hecho previamente. Aunque en un principio había invertido $100 millones de un total de $1,000 millones prometidos, su contribución se detuvo después de la ruptura.
El núcleo de la discordia entre Altman y Musk se centró en el enfoque de OpenAI en la creación de un modelo de lenguaje avanzado, conocido como GPT. Para entrenar este modelo, se requerían cantidades masivas de datos y recursos computacionales. Sin embargo, OpenAI carecía de los recursos para financiar este proceso. Esta situación llevó a la transformación de la empresa en una entidad con fines de lucro en 2019, buscando financiamiento para sus operaciones.
El lanzamiento de ChatGPT, clave
La fricción aumentó cuando OpenAI lanzó ChatGPT en 2022, una aplicación que se volvió un fenómeno. Musk restringió el acceso de OpenAI a la API de Twitter, lo que impactó su capacidad de recopilar datos de la plataforma. Además, Microsoft invirtió $10,000 millones en OpenAI, obteniendo prioridad en el uso de los desarrollos de la compañía, como la incorporación de ChatGPT en el navegador Bing.
La relación entre Altman y Musk se volvió áspera, con intercambios de palabras públicos. Musk expresó sus preocupaciones sobre la dirección de OpenAI y su alianza con Microsoft, mientras que Altman lo llamó imbécil: “Es un imbécil. Tiene un estilo que no es el que yo querría tener, pero creo que realmente se preocupa (por un buen futuro con la IA generativa) y se siente muy estresado por cómo va a ser el futuro de la humanidad”.
A medida que la inteligencia artificial continúa avanzando, estas diferencias de opinión sobre su desarrollo y regulación siguen siendo un tema candente en la industria tecnológica. Mientras Musk prefiere una pausa en los avances, Altman aboga por una atención más enfocada en la regulación, una preocupación compartida por muchos gobiernos en todo el mundo.