De Stephen Hawking (+) sabemos que es el Albert Einstein de nuestra generación. Científico británico y físico de la Universidad de Oxford, con una licenciatura en 1962, un doctora en 1966 en Cambridge... y un Volkswagen Vanagon 1988, el furgón hippie de su época.
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Antes de convertirse en una referencia mundial en la física teórica, la relatividad general y los agujeros negros, a finales de los ochenta, Hawking publicó su libro de cosmología para tontos, “Una breve historia del tiempo”. Ese mismo año, compró su Vanagon, también conocida como Volkswagen Caravelle GL 112.
Como recuerda el informe publicado en el sitio web de Slash Gear, este vehículo era una versión de tercera generación del icónico microbús de VW que salió a la carretera por primera vez en 1950 y que fue el segundo automóvil construido por el fabricante de automóviles alemán después del Beetle.
Curiosamente, en su época, el Vanagon 1988 era conocido como el microbús de los hippies y uno de sus modelos estuvo en posesión de Hawking.
¿Qué ocurrió con el furgón hippie del físico?
El Vanagon de Stephen Hawking tenía una carrocería de acero estampado, transmisión automática de tres velocidades y un motor de gasolina de 2.1 litros montado en la parte trasera, enfriado por agua, que producía 112 caballos de fuerza al freno.
Por razones obvias, se modificó el interior para cargarlo y transportarlo a él y su silla de ruedas motorizada de forma segura y cómoda. Fue utilizado como su vehículo personal durante más de una década y era un espectáculo familiar en el campus de Cambridge.
Con el paso de los años, su condición por la ELA empeoró y, en 1999, se vio obligado a renunciar al vehículo cuando necesitaba una nueva silla de ruedas, una que Volkswagen ya no podía acomodar.
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Hawking le dio el microbús a su hermano adoptivo, Edward Frank David, quien lo conservó hasta su propia muerte en 2003. El hijo de Edward heredó el vehículo y lo mantuvo en la familia durante los siguientes 19 años.
En agosto de 2022, el sobrino de Hawking decidió venderlo porque ya no lo conducía. Esperaba venderlo a un colega científico o “entusiasta del profesor” para que pudiera apreciarlo como lo merece.