Una de las grandes preguntas que ha dejado el mundo de la tecnología. ¿Qué pasó en Microsoft como para que saltara Windows 9 y pasar de golpe del 8 al 10? Todo tiene una razón de ser.
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Fue el 15 de julio de 2015 cuando la compañía de Redmond lanzaba la versión final de Windows 10. Ya ha llovido bastante desde entonces, pero la versión del sistema operativo insignia para computadoras llegó al mercado con muchos atributos la ambición de la empresa de ganar terreno. Puede que lo haya hecho.
Lo curioso de este caso es que, actualmente, Windows marcha por su versión 11, manteniendo una continuidad desde su predecesor. Eso vuelve a sacar del sótano la pregunta: ¿Por qué no hubo Windows 9?
En Xataka lo definen como “la necesidad de despegarse de su pasado inmediato y de tratar de empezar otra vez casi como quisieran hacerlo de cero”.
El fracaso de Windows 8, clave
El pasado inmediato era Windows 8, que llegó como la apuesta a futuro de Microsoft, que creía que lo revolucionario iba a ser el poder tocar la pantalla. Eso realmente fue la condena del sistema operativo.
En 2013, la compañía lanzó Windows 8.1, que permitía iniciar sesión directamente en el escritorio clásico y no con aquel entorno que todos odiamos. Pero para los usuarios no fue suficiente.
Primero, se rumoreó que Microsoft iba a lanzar Threshold, un nombre que surgió como la próxima gran versión de Windows, pero en lugar del refrescamiento se quedó con la continuidad, y todos empezamos a hablar un sujeto llamado Windows 9 que nunca existió.
Microsoft saltó al Windows 10, que propuso unificar todo el ecosistema de la compañía con computadoras, tablets, teléfonos y la consola Xbox One.
¿Qué pasó con el nombre?
En el evento de lanzamiento de Windows 10 en 2014, Terry Myerson, responsable de desarrollo, declaró: “Sabemos, basándonos en el producto que llegará, y lo diferente que será nuestra estrategia en general, que no sería correcto llamarlo Windows 9″.
Pudo llamarse Windows One, una idea que iba de la mano con la versión de Xbox en ese momento, pero no querían que se confundiera con el Windows 1.0 de 1985.
Otras teorías apuntan a conflictos de software por programas de Windows 95 y 98, o que el número 9 es un número considerado de mala suerte en Japón, algo poco razonable ya que el mercado del sistema operativo es mucho más grande que solo el país del sol naciente.
Microsoft quiso sacudirse un poco los malos ratos de Windows 8 dando un contundente salto a Windows 10, ignorando el número 9. Tras la gloria del 10, no hubo debate para continuar con la numeración y seguir el camino con Windows 11, valorado de forma positiva hasta ahora.