El telescopio espacial más grande que posee la humanidad, el James Webb, ha logrado confirmar una hipótesis que durante años desafió los modelos astronómicos más aceptados: la formación de planetas en las primeras generaciones de estrellas. Así lo dió a conocer un estudio publicado en IOPScience, editorial de investigación científica.
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Se llegó a pensar que los discos de gas y polvo que rodeaban a las jóvenes estrellas en los albores del universo no persistían el tiempo suficiente para permitir el nacimiento de planetas. Sin embargo, en 2003, el Hubble detectó un planeta extraordinariamente antiguo, desafiando esta teoría. Estudios posteriores aportaron más evidencias, sugiriendo que los discos protoplanetarios de las primeras estrellas podrían haber sido más longevos de lo que se pensaba.
Para entender este descubrimiento, es necesario comprender el proceso de formación de un sistema estelar. Todo comienza con una nube de gas y polvo que, bajo la fuerza de la gravedad, colapsa y comienza a girar. En el centro de esta nube, se forma una protoestrella que va acumulando la mayor parte de la masa. Sin embargo, la intensa radiación de la joven estrella detiene la caída de más material, dejando un disco giratorio a su alrededor. Es en este disco donde, a través de colisiones y agregación de partículas, nacen los planetas, lunas y otros cuerpos celestes.
Las primeras estrellas del universo estaban compuestas únicamente de hidrógeno y helio, los elementos creados en el Big Bang. Los elementos más pesados, como el carbono, el oxígeno y el hierro, fueron forjados en el interior de estas estrellas y dispersados por el cosmos a través de explosiones de supernova. Por lo tanto, las estrellas de las generaciones posteriores incorporaron en su composición estos elementos más pesados, a los que los astrónomos denominan “metales”.
Los modelos teóricos predecían que los discos protoplanetarios con bajo contenido de metales, como los que rodeaban a las primeras estrellas, eran demasiado inestables para permitir la formación de planetas. Sin embargo, las observaciones del Hubble y, ahora, del James Webb, han demostrado que esta predicción no era del todo correcta.
El descubrimiento de planetas alrededor de las primeras estrellas tiene profundas implicaciones para nuestra comprensión del universo. Significa que la formación de mundos habitables podría haber comenzado mucho antes de lo que se pensaba, aumentando las posibilidades de encontrar vida extraterrestre.
El telescopio James Webb continúa sorprendiéndonos con sus observaciones, revelando detalles sin precedentes sobre el universo y reescribiendo los libros de texto de astronomía.