En días recientes, la Estación Espacial Internacional (EEI) dió a conocer que se encuentra en medio de una crisis silenciosa al encontrar fugas en el módulo ruso Zvezda, poniendo en alerta a las agencias espaciales, obligando a los astronautas a tomar precauciones y a los ingenieros a buscar soluciones urgentes.
La problemática podría ponerse mucho peor
La situación se agrava por la constante amenaza de micrometeoritos y basura espacial, que pueden impactar la estación y causar daños irreparables. A pesar de los esfuerzos por blindar la EEI, el riesgo de colisiones sigue siendo elevado, especialmente considerando el creciente volumen de desechos orbitando la Tierra.
La NASA ha identificado más de 50 puntos críticos en la estación, incluyendo los túneles de transferencia del módulo Zvezda, que han mostrado una preocupante tendencia a las fugas. A pesar de las reparaciones, la integridad de la estación sigue siendo incierta, planteando un serio desafío para las misiones tripuladas.
Ante este panorama, la agencia espacial estadounidense ha decidido tomar medidas drásticas. Ha contratado a SpaceX para desarrollar un sistema de escape de emergencia y un plan para desorbitar de forma segura la estación. Aunque la EEI está programada para ser retirada de órbita a finales de la década de 2030, estos planes anticipan posibles escenarios de riesgo que podrían acelerar su desmantelamiento.
La decisión de retirar la EEI antes de lo previsto no es una casualidad. La estación ha sido un pilar fundamental para la investigación espacial y la cooperación internacional. Sin embargo, mantener una infraestructura tan compleja y envejecida en órbita representa un costo elevado y un riesgo constante para las tripulaciones.