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Científicos afirman que la Vía Láctea se dirige a la deriva hacia la enigmática “Concentración de Shapley”

Cuando miramos al cielo y vemos esa tenue banda de estrellas que llamamos la Vía Láctea, pocos imaginamos la complejidad del vecindario cósmico en el que habitamos.

Nos encontramos en un punto diminuto de una vasta telaraña cósmica que, aunque a menudo no lo pensamos, sigue siendo fascinante y tremendamente misteriosa.
Impensable Nos encontramos en un punto diminuto de una vasta telaraña cósmica que, aunque a menudo no lo pensamos, sigue siendo fascinante y tremendamente misteriosa. (Imagen generada por la IA Copilot)

Gracias al trabajo de un equipo internacional de científicos, hemos descubierto que nuestra galaxia no solo forma parte de un supercúmulo de galaxias, sino que también está siendo “atraída” por una colosal estructura cósmica llamada la Concentración de Shapley. Este hallazgo arroja luz sobre el papel de la Vía Láctea en una red de atracción masiva que abarca millones de años luz y revela, una vez más, lo insignificante que somos en el contexto del universo.

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Para entender la magnitud de este descubrimiento, hay que ver la posición de la Vía Láctea en una escala cada vez mayor. Nuestra galaxia es solo una de las muchas que forman el cúmulo de Virgo, que a su vez se encuentra en el supercúmulo de Virgo, una estructura enorme que mide 110 millones de años luz y que contiene cientos de galaxias. Este tamaño ya nos parece impresionante: viajar a través de él nos tomaría millones de años incluso a la velocidad de la luz.

Sin embargo, la escala sigue creciendo. En la década de 1980, los astrónomos empezaron a detectar la presencia de supercúmulos aún mayores, y así fue como identificaron un “vecindario” cósmico mucho más grande llamado Laniakea. Esta estructura colosal agrupa alrededor de 100.000 galaxias y mide unos 520 millones de años luz de diámetro. Como referencia, si alguien comenzara a viajar a través de Laniakea en el momento en que surgieron los dinosaurios, a la velocidad de la luz, todavía le faltarían millones de años para cruzarlo por completo.

Pero Laniakea no es el fin de nuestra dirección cósmica. El reciente estudio confirma que incluso Laniakea está siendo empujado hacia algo aún mayor: la Concentración de Shapley, una “cuenca de atracción” que se convierte en el destino final de nuestra galaxia en un “flujo” cósmico que parece desafiar cualquier escala comprensible.

¿Qué es la Concentración de Shapley?

La Concentración de Shapley no es un nombre tomado de una novela de ciencia ficción, sino un término científico que se refiere a una de las mayores concentraciones de materia en el universo conocido. Nombrada en honor al astrónomo Harlow Shapley, quien identificó esta región en la década de 1930, la Concentración de Shapley es lo que los científicos llaman una “cuenca de atracción” o BOA (Basin of Attraction). En términos simples, es una zona en el universo con una densa acumulación de galaxias y cúmulos que atraen a otras galaxias y estructuras hacia ella debido a su impresionante fuerza gravitacional.

R. Brent Tully, astrónomo de la Universidad de Hawái y coautor del estudio, explica que “nuestro universo es como una telaraña gigante, donde las galaxias se conectan en una red cósmica de filamentos y nodos. Estas cuencas de atracción son los ‘nodos’ más grandes, donde la gravedad de la materia oscura tira de todo hacia su centro”. Este flujo de galaxias es similar al agua en una cuenca hidrográfica, que sigue las pendientes hasta acumularse en un gran río.

Las fuerzas de la materia oscura y las primeras huellas del universo

Este fenómeno no es casual. La teoría dominante sugiere que estas cuencas de atracción, como la Concentración de Shapley, se formaron a partir de fluctuaciones cuánticas en la materia oscura durante los primeros momentos del universo. Cuando el universo comenzó a expandirse rápidamente, estas pequeñas fluctuaciones crearon zonas donde la materia se fue acumulando, dando lugar a los cúmulos de galaxias que ahora conocemos.

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De acuerdo con los modelos actuales, como el modelo Lambda de materia oscura fría, estas cuencas cósmicas de atracción se comportan como colinas gravitacionales que deforman el “paisaje” del universo, y atraen a toda la materia hacia ellas. Gracias a estos estudios, ahora sabemos que nuestra Vía Láctea, junto con miles de otras galaxias, está atrapada en un flujo cósmico que nos empuja en dirección a Shapley.

¿Cómo se compara Shapley con otras megaestructuras?

Si la Concentración de Shapley parece enorme, es porque realmente lo es, pero no es la mayor estructura cósmica que conocemos. Ese lugar lo ocupa la Gran Muralla Sloan, una megaestructura cósmica cuyo tamaño dobla al de Shapley. Según el investigador Yehuda Hoffman, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, este descubrimiento fue una sorpresa: “El predominio de la Gran Muralla Sloan sobre la cuenca de Shapley es realmente impresionante. Antes pensábamos que Shapley era la estructura dominante, pero nuestra investigación nos mostró que hay algo más masivo y distante”.

La Gran Muralla Sloan sigue siendo la estructura más grande identificada hasta ahora, y su existencia nos recuerda cuán complejas y desconocidas son las interacciones gravitacionales en el universo a gran escala.

¿Por qué nos debería importar?

Para quienes no somos astrónomos, ¿qué importancia tiene todo esto? La investigación de estas “cuencas de atracción” cósmicas, como Shapley y la Gran Muralla Sloan, ofrece a los científicos una visión fundamental sobre el pasado y el futuro del universo. Comprender hacia dónde fluye el “vecindario” de galaxias en el que estamos podría ayudar a descifrar el papel de la gravedad en la expansión y eventual destino del cosmos.

Además, estos estudios nos brindan una especie de mapa cósmico para entender cómo se agrupan y se mueven las galaxias, lo que podría modificar las teorías actuales sobre la evolución de las estructuras galácticas. Para el resto de nosotros, esta perspectiva de la Vía Láctea en un “flujo” cósmico hacia la Concentración de Shapley es un recordatorio de que formamos parte de una red cósmica colosal.

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