Es común que con nuestros teléfonos celulares tengamos complicaciones para hacer llamadas en ciertas zonas debido a la perdida de señal. Si para nosotros es complicado a una distancia aparentemente corta, la hazaña de comunicarse con una nave espacial a millones de kilómetros de distancia es una proeza que a su vez, funge como una prueba de la avanzada tecnología que ha creado el ser humano. En lo que se refiere a astronomía, la NASA sin duda es pionera en la exploración espacial y en su necesidad de innovar constantemente, ha desarrollado un sistema de comunicación interplanetaria nunca antes visto.
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¿Cómo logran esta comunicación a gran distancia?
Que sea posible se debe en gran medida gracias a la Red del Espacio Profundo (DSN), un conjunto global de antenas parabólicas gigantescas ubicadas en lugares estratégicos a lo largo de la Tierra como Canberra, Australia; Madrid, España; y Goldstone, California. Estas estructuras de gran tamaño pueden llegar a tener un diámetro de hasta 70 metros y funcionan como una especie de oídos y boca que funcionan más allá del infinito.
Para que las antenas puedan funcionar de gran manera, las naves espaciales envían constantemente señales de radio a la Tierra, cargadas de valiosa información científica e imágenes de lugares nunca antes vistos. Estas señales son captadas por las antenas de la DSN y luego se procesan por potentes computadoras. Mientras que la NASA utiliza estas mismas antenas para enviar comandos a las naves, guiándolas en su travesía espacial y ajustando sus instrumentos científicos.
Si bien la tecnología no para de avanzar, la comunicación espacial no es instantánea pues al haber una distancia de millones de kilómetros hay un retraso en la transmisión de las señales. Sin embargo, los ingenieros de la NASA han desarrollado algoritmos sofisticados que permiten sincronizar las comunicaciones y garantizar que las instrucciones lleguen a su destino en el momento preciso.
La NASA ha logrado establecer una comunicación bidireccional con sondas espaciales que se encuentran a miles de millones de kilómetros de distancia, como las Voyager. Esta proeza tecnológica no solo nos permite explorar los confines del sistema solar, sino que también nos brinda una perspectiva única sobre nuestro lugar en el universo.
