Uno de los misterios más persistentes en la astrofísica ha sido la naturaleza del viento solar, un flujo constante de partículas cargadas que escapan de la corona del Sol y viajan a través del Sistema Solar.
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El viento solar es responsable de fenómenos como las auroras boreales y australes, pero también puede causar tormentas solares que afectan las comunicaciones por satélite y ponen en riesgo a los astronautas.
El viento solar: Un flujo constante de energía
Este flujo de partículas no solo juega un papel crucial en la dinámica del espacio interplanetario, sino que también interactúa con los campos magnéticos de los planetas, produciendo efectos espectaculares como las auroras; sin embargo, el viento solar también puede tener efectos adversos, como la inducción de tormentas geomagnéticas que pueden interrumpir las comunicaciones por satélite, dañar las redes eléctricas y poner en peligro la vida de los astronautas en el espacio.
Ahora bien, décadas de observaciones han demostrado que este no es el caso. En lugar de enfriarse, el viento solar mantiene una temperatura sorprendentemente alta y, en lugar de desacelerarse, se acelera hasta alcanzar velocidades de aproximadamente 1,8 millones de kilómetros por hora.
Las ondas de Alfvén: La clave para entender el misterio
Las ondas de Alfvén son un tipo de onda magnetohidrodinámica que se propaga a través de un plasma magnetizado, como el que se encuentra en la atmósfera del Sol.
En el caso del Sol, la atmósfera exterior, conocida como la corona, es un plasma extremadamente caliente que interactúa con el intenso campo magnético de la estrella. Las ondas de Alfvén se propagan a lo largo de las líneas del campo magnético en este plasma, transportando energía a través del medio.
Lo que hace que las ondas de Alfvén sean particularmente relevantes para el estudio del viento solar es su capacidad para almacenar y transportar energía de manera eficiente. A medida que estas ondas se mueven a través del plasma solar, pueden transferir energía desde el campo magnético a las partículas cargadas, aumentando su temperatura y velocidad.
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Las misiones de la NASA y la ESA
La Sonda Solar Parker de la NASA, lanzada en 2018, es una de las naves espaciales más avanzadas jamás construidas. Orbitando muy cerca del Sol, la Parker ha sido capaz de tomar mediciones directas en los bordes más externos de la corona solar, proporcionando datos cruciales sobre el viento solar en su origen.
La Solar Orbiter de la ESA, lanzada en 2020, complementa la misión de la Parker al orbitar a una distancia mayor del Sol. Aunque está más lejos, la Solar Orbiter ha sido crucial para resolver el misterio del viento solar. Al comparar las mediciones tomadas por ambas naves mientras atravesaban el mismo flujo de viento solar, pero en diferentes momentos y distancias, los científicos han podido analizar cómo cambia el viento solar a medida que se aleja del Sol.
El papel de las ondas de Alfvén
A medida que el viento solar se aleja del Sol, estas ondas se disipan, lo que sugiere que parte de su energía se convierte en calor, que a su vez calienta el viento solar. Esta transferencia de energía explica por qué el viento solar no se enfría como se esperaba y por qué puede mantener velocidades tan altas.
El hecho de que las ondas de Alfvén de gran amplitud sean responsables de calentar y acelerar el viento solar es un avance importante en la comprensión de la física solar. Aunque Hannes Alfvén sospechaba que estas ondas podían tener un papel crucial en la dinámica del plasma solar, solo ahora, gracias a la tecnología avanzada de la Parker y la Solar Orbiter, hemos podido confirmar esta teoría.
Las misiones de la NASA y la ESA no solo han resuelto un enigma científico, sino que también han proporcionado conocimientos que podrían ser vitales para la seguridad de futuras misiones espaciales.