A principios de los 90′, la exploración espacial se fortaleció significativamente con proyectos que derivaron en el desarrollo de la Estación Espacial Internacional (ISS), que comenzó a construirse hacia finales de la década. Esto, porque la misiones espaciales tomaron un rumbo hacia la ciencia, convirtiéndose en laboratorios en la ingravidez. Además, este período fue testigo de un aumento en la participación de diversos países. Ejemplo de ello fue la misión STS-42, llevada a cabo gracias al transbordador espacial Discovery.
Lanzada el 22 de enero de 1992, esta misión tuvo un enfoque completamente científico como parte del programa International Microgravity Laboratory-1 (IML-1). Y así, durante ocho días, la tripulación se dedicó a realizar experimentos orientados a la biología, la física y la ciencia de materiales. Pero esta misión también fue histórica por otra razón.
La primera neuróloga en el espacio
Y es que la misión STS-42 incluyó a la primera astronauta canadiense, la Dra. Roberta Bondar, quien también marcó un hito al convertirse en la primera neuróloga en ir al espacio, desempeñando un rol fundamental en experimentos relacionados a biología humana durante su estadía en el espacio.
Bondar, nacida en Sault Ste. Marie, Ontario, en 1945, tuvo una importante formación académica antes de su carrera en la Agencia Espacial Canadiense (CSA). Se graduó en ciencias con especialización en zoología y agricultura, realizó un máster en patología experimental, y obtuvo un doctorado en neurobiología, para luego completar su formación médica en neurología. Títulos que la convirtieron en una candidata ideal para algunos proyectos de investigación en el espacio.
En el caso de la misión STS-42, la neuróloga se concentró en estudiar los efectos de la ingravidez en el sistema nervioso por medio de experimentos en neurobiología, observando el comportamiento de organismos vivos, desde camarones hasta moscas de la fruta y bacterias, en condiciones de microgravedad. Junto a ello, Roberta Bondar también se dedicó a la fotografía durante su estancia en el espacio, capturando vistas espectaculares de la Tierra que luego usaría en sus libros y exposiciones fotográficas.
Luego de esta misión, la profesional optó por seguir el camino académico. Después de su carrera en la CSA, Bondar continuó su investigación en medicina espacial y neurología, además de contribuir a la educación y conservación ambiental a través de la Fundación Roberta Bondar, que fundó en 2009. También se desempeñó como rectora de la Universidad de Trent, en Ontario, entre 2003 y 2009.
Reconocida con numerosos premios y honores, incluyendo el más alto honor civil de Canadá, la Orden de Canadá, el legado de Roberta sigue inspirando por sus logros científicos y espaciales, demostrando cómo los neurólogos pueden contribuir fuera de la Tierra.