En muchos sentidos nuestro planeta aún es un misterio, pero poco a poco la ciencia y los investigadores nos han ayudado a conocer más sobre sus secretos y descubrir todo aquello que no es evidente para la vista. Por ejemplo en el siglo XVI se comenzó a hablar sobre el campo magnético de la Tierra y sus propiedades, pero no fue hasta 1600 que William Gilbert publicó su obra “De Magnete”, donde propuso que la Tierra misma en realidad es un gran imán. Aquello derivó en una serie de avances, y recién durante el siglo XIX fuimos comprendiendo más acerca de la electricidad y el magnetismo.
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En términos simples, el campo magnético de la Tierra es una especie de escudo protector para todos nosotros, encargado de resguardarnos de las peligrosas partículas de viento solar y también de la radiación cósmica. ¿Cómo es esto posible? Fácil: Este “campo invisible” es generado por los movimientos del hierro líquido en el núcleo externo del planeta, a unos 3.000 kilómetros abajo de la superficie terrestre.
¿Cómo se originó el escudo magnético de la Tierra?
Un reciente estudio liderado por investigadores de la Universidad de Oxford, a cargo de la profesora Claire Nichols, descubrió evidencias del campo magnético primitivo de la Tierra. Lo curioso, es que estas pistas fueron encontradas en rocas datadas en 3.700 millones de años, ubicadas en el ‘Cinturón de rocas verdes’ en Isua, Groenlandia.
Aquellos datos se tornan de gran importancia para la comunidad científica, ya que nos acerca un paso más a comprender la evolución de las fuerzas magnéticas que protegen nuestro planeta y que permitieron en un principio su habitabilidad.
Según los expertos, dicha investigación se centró en el análisis de antiguas rocas ferrosas que conservan marcas de un campo magnético significativamente más débil en comparación con el actual. De esa forma, los expertos determinaron que la intensidad del campo magnético de aquella época era aproximadamente la mitad de la actual, alrededor de 15 microteslas frente a los 30 microteslas actuales.
El estudio en cuestión fue publicado en el Journal of Geophysical Research, y por ahora se considera la estimación más antigua de la intensidad del campo magnético terrestre basada en muestras completas de rocas. Junto a ello, también establecieron una clara relación entre la actividad solar más intensa de aquel tiempo y la formación de las condiciones propicias para la expansión de la vida en los continentes.
Tal como mencionábamos, la importancia del campo magnético radica en su acción como un escudo protector contra las emisiones solares y como un factor clave en la formación del núcleo terrestre y las dinámicas geomagnéticas.
¿Cómo continuará esta investigación? Pues el equipo de Nichols planea expandir su estudio examinando otras secuencias de rocas antiguas en Canadá, Australia y Sudáfrica, buscando comprender mejor la variabilidad del campo magnético antes del aumento de oxígeno en la atmósfera terrestre hace unos 2.500 millones de años.