Los diferentes planetas que componen el Sistema Solar están llenos de tormentas que superan, por muchísimo, la intensidad de las que se registran en la Tierra. Y aunque ciertamente un comportamiento climatológico inusual genera consecuencias devastadoras en diferentes regiones del mundo, estas mismas serían consideradas una caricia al lado de las que ocurren en Neptuno, Júpiter y Saturno.
PUBLICIDAD
Es por eso que hemos dado un paseo por el Sistema Solar para investigar la intensidad de los fenómenos climatológicos de estos tres mundos en específico -que son los más intensos- para comparar y hacer una especie de “What If...” planetario en el caso de que se registraran eventos similares en la Tierra.
Iniciemos con Neptuno, un mundo de vientos realmente veloces, calificados por los científicos como los más rápidos del Sistema Solar.
Neptuno tiene ráfagas que llegan a 2.000 km/h. Estas velocidades, 9 veces mayores que las del huracán Patricia, por poner un ejemplo común de tormentas conocidas, podrían causar daños devastadores en la Tierra. Imaginemos ciudades enteras reducidas a escombros, olas gigantes azotando las costas y un panorama desolador de inundaciones y destrucción.
Una mancha de Júpiter destruye la Tierra
En varias ocasiones les hemos contado de la mancha roja de Júpiter, que vista en la extensión del gigante gaseoso luce como una región pequeña. Sin embargo, la realidad es que esa zona es del mismo tamaño de la Tierra.
Esa mancha roja es una tormenta constante que lleva unos 300 años arrasando en esa región de Júpiter. Este fenómeno en la Tierra sería apocalíptico. Habrían vientos catastróficos, lluvias indetenibles y granizo que destruiría ciudades.
Dentro de los anillos de Saturno existe el terror
Hace 14 años, los expertos detectaron una tormenta tan grande, que la energía que liberó es comparable con 100 millones de bombas atómicas, según reseña Nat Geo.
PUBLICIDAD
Algo de esta magnitud en la Tierra sería el final. El clima del mundo se alteraría de tal manera que provocaría tormentas eléctricas de rayos devastadores, y la lluvia torrencial provocaría inundaciones generalizadas.
¿Esto puede pasar?
La idea de esta reseña no es alarmarlos. La probabilidad de que una tormenta extraterrestre de tal magnitud azote la Tierra es extremadamente baja. El objetivo es conocer los impresionantes fenómenos que hay en la extensión del Sistema Solar y lo difícil que sería (por no decir imposible) una misión tripulada a estos mundos.
También agradecer las condiciones amigables de vida que hay en nuestro mundo, que debería ser un llamado suficiente a preservar el medioambiente para no alterar el desarrollo de la Tierra.