La exploración espacial ha tenido grandes avances y descubrimientos, así como también algunas tragedias que marcaron profundamente a la humanidad. El accidente de la Soyuz 11 en 1971, donde tres cosmonautas soviéticos perdieron la vida, la explosión del transbordador espacial Challenger en 1986 apenas segundos después del despegue o la desintegración del Columbia durante su reingreso a la atmósfera en 2003 son algunos ejemplos de estos tristes desenlaces. Este último dejó un saldo de siete astronautas fallecidos y marcó uno de los momentos más sombríos en la historia.
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Fue el 1 de febrero de 2003 cuando el transbordador espacial Columbia se desintegró al reingresar a la atmósfera terrestre, poniendo fin a la misión STS-107. Este incidente, que ocurrió apenas 16 minutos antes del esperado aterrizaje, cobró la vida de todos los astronautas a bordo y dejó al mundo en estado de shock.
Los secretos detrás de la última gran tragedia espacial
El transbordador Columbia despegó un 16 de enero para una misión que inicialmente duraría 15 días, y estaría dedicada a la investigación científica con los astronautas trabajando en dos turnos para maximizar el aprovechamiento del tiempo en el espacio. Casi todo salió bien en la ida, pero el momento del desastre fue cuando todos aguardaban el retorno de la tripulación desde el Centro Espacial Kennedy.
La cadena de eventos que llevó a la catástrofe fue evidente. Todo comenzó con señales de advertencia en el centro de control en Houston, seguido de una pérdida abrupta de comunicación con la nave. Y si bien se comenzó a barajar la hipótesis de un ataque terrorista, la noticia de la desintegración era evidente a la vista, por lo que un fallo técnico sería la razón del fatal evento.
En ese entonces el presidente de Estados Unidos era George Bush, quien debió encargarse de confirmar la trágica noticia al mundo y a las familias de la tripulación, anunciando oficialmente el fallo técnico que llevó a que no hubiese sobrevivientes.
La misión STS-107 estaba prevista inicialmente para 2001, pero fue retrasada en varias ocasiones. Finalmente en 2003 estuvo lista para zarpar, e incluyó a una tripulación diversa con cinco hombres y dos mujeres: Rick Husband, Willie McCool, Michael Anderson, David Brown, Kalpana Chawla, Laurel Clark e Ilan Ramon.
¿Cuál fue el motivo del accidente del transbordador espacial Columbia?
Investigaciones posteriores al accidente y lideradas por la NASA se centraron en cada detalle de la misión, para así confirmar qué fue lo que en realidad salió mal. De acuerdo a los trascendidos, el problema se debió a un daño en el sistema de protección térmica de la nave identificado en el exterior del transbordador.
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¿Lo peor? Es que el problema fue detectado durante el lanzamiento, el 16 de enero, cuando un trozo de espuma aislante se desprendió del tanque externo de combustible y golpeó el borde del ala izquierda. Dicho impacto generó un agujero pequeño en los paneles reforzados de carbono que protegían la nave del intenso calor.
Si bien el daño se identificó mientras estaban en órbita, se consideró imposible de reparar en el espacio. Los esfuerzos de la tripulación por controlar la situación fueron en vano, y durante el reingreso el daño comprometió la integridad de la nave, pues permitió que los gases calientes penetraran su estructura, lo que inevitablemente llevó a la desintegración del transbordador y la despresurización logró terminar con la vida de los tripulantes en menos de un minuto.
Más tarde, la investigación criticó el deficiente proceso de toma de decisiones por parte de la NASA, quienes fueron acusados de subestimar el daño sufrido en el despegue. A raíz de ello la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio fue obligada a realizar reformas en seguridad y a reevaluar sus protocolos de evaluación de daños y/o gestión de riesgos para futuras misiones.
Además, el análisis final destacó la insuficiencia de medidas de seguridad, en particular len os cinturones que no ofrecían protección adecuada para el torso y los brazos, lo que contribuyó a la fatalidad de los eventos. La pérdida del Columbia fue un duro golpe para la exploración espacial, y hasta ahora es un recordatorio de que cualquier punto crítico debe ser revisado con la importancia que amerita.