Espacio

Héroes peludos: ¿Por qué Estados Unidos mandó chimpancés al espacio y la URSS eligió a los perros?

Albert I y ZIB fueron los primeros animales espaciales. Eran un mono y un can, respectivamente, y fueron enviados por las mayores potencias de la época.

A mitades del siglo XX, la Unión Soviética y Estados Unidos tomaron caminos divergentes en la carrera para conquistar el espacio. Incluso al elegir sus primeros astronautas no humanos.

Y es que la carrera espacial no sólo implicó a hombres y mujeres. ¿La razón? Mientras que la URSS se inclinó por los perros, Estados Unidos optó por los monos, marcando una notable diferencia en sus investigaciones.

La elección soviética: Perros callejeros

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En 1951 la URSS estaba entrenando a un perro llamado Bobik para llevarlo al espacio. No obstante, el ‘no-voluntario’ escapó y las autoridades debían hacer algo al respecto.

Así fue como salieron a la calle y capturaron a otro perro callejero, a quien bautizaron como ZIB y se convirtió en el primer astronauta de reemplazo, además de un símbolo soviético, pues ese fue el comienzo de su estrategia de enviar perros en sus misiones espaciales.

Este enfoque se debió en gran parte a la gran cantidad de perros sin dueños que habitaban las calles de Moscú, facilitando su selección como candidatos para el espacio sin incurrir en grandes costos.

De igual forma, la tradición de utilizar perros en experimentos científicos, ejemplificada por las investigaciones de Ivan Pavlov sobre el condicionamiento clásico, también jugó un papel en esta elección.

Estados Unidos y los chimpancés

Ocurrió el 31 de enero de 1961. Ese día, un primate llamado Ham fue elegido para volar a unos 25.000 metros de la Tierra, convirtiéndose así en el primer chimpancé en llegar al espacio. Años antes, en 1948, lo había logrado Albert I, un macaco rhesus que falleció sofocado durante el vuelo.

Y es que Estados Unidos había pagado muchísimo dinero a cazadores para que fueran al congo y trajeran de vuelta a varias docenas de chimpancés de uno o dos años.

Una jugada arriesgada, ya que muchos monos arribaron enfermos y 8 de 9 veterinarios adquirieron hepatitis. No obstante, EE.UU continuó con su cometido.

Esta selección tenía como objetivo estudiar los efectos de la ingravidez en organismos cuya anatomía y comportamiento se asemejaran más estrechamente a los de los humanos, y según ellos sólo podían ser los chimpancés.

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Además, debido a su mejor cognición, era más fácil enseñarle a primates jóvenes todo lo necesario para sobrevivir flotando en el espacio.

Así, los chimpancés fueron enseñados a realizar tareas sencillas durante el vuelo, las que servirían para evaluar la capacidad de los astronautas para operar en condiciones de microgravedad.

Del espacio al laboratorio

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Tanto la URSS como EE.UU. se enfrentaron a desafíos importantes en sus programas espaciales, en épocas en que la tecnología estaba mucho menos avanzada y en donde se ignoraban diferentes factores críticos para estas investigaciones.

Sin embargo, esta experiencia proporcionó valiosos conocimientos sobre la viabilidad de la vida en el espacio, despejando incertidumbres básicas como la capacidad de tragar o bombear sangre en un entorno de microgravedad.

Y mientras que los soviéticos encontraron en los perros una solución práctica y de bajo costo para sus primeros pasos en la exploración espacial, los estadounidenses buscaron en los primates un representante más fiel de los posibles efectos en el ser humano.

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Aquellas elecciones repercuten hasta el día de hoy, en que recordamos a todos esos animales héroes que definieron el destino de la humanidad más allá de nuestro planeta.

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