La comunidad científica se enfrenta a un misterio profundo: dos grandes masas en el manto terrestre, bajo África y el Pacífico, despiertan curiosidad. Estas rocas densas podrían ser restos de otro planeta tras una colisión hace 4.500 millones de años, planteando preguntas a los investigadores.
Inicialmente considerada “loca”, la idea ha ganado fuerza. Estudios respaldan la teoría de que estas masas podrían ser restos de un cuerpo celeste más denso, similar a Marte, que chocó con la Tierra.
Según esta teoría, el protoplaneta, conocido como Tea o Theia, colisionó con la Tierra temprana. Las simulaciones por ordenador sugieren que parte del manto fundido de Tea se integró en el manto terrestre original, solidificándose y hundiéndose después para formar las extensas áreas sísmicas anómalas que hoy desconciertan a los científicos.
En la mitología griega, Tea era la madre de Selene, la personificación de la Luna.
Se estima que alrededor del 2% de la masa terrestre podría ser parte de este otro planeta. Esta teoría cuestiona la noción de que el gran impacto hizo uniforme la Tierra primitiva, y podría haber influido en la evolución geológica a lo largo de miles de millones de años.
Las áreas sísmicas inusuales del manto terrestre podrían ser resultado de la colisión que formó la Luna. Además de esta teoría, se exploran otras posibilidades, como la solidificación de magma o la acumulación de corteza oceánica en zonas de subducción.
Esta heterogeneidad del manto terrestre puede manifestarse en la superficie a través de eventos como los que dieron origen a las islas volcánicas de Islandia y Hawái. En las oscuras rocas de basalto que se encuentran en estos lugares, podrían existir rastros químicos del gran impacto que condujo a la formación de la Luna hace 4.500 millones de años.