Imagina estar en el espacio mientras el mundo que conoces se desmorona. En el fascinante rubro de la exploración espacial, siempre puede pasar que las misiones tomen rutas inesperadas.
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Sergei Krikalev, conocido como “el último soviético”, se convirtió en el protagonista involuntario de una historia sin precedentes al quedarse varado en el espacio durante casi un año en la estación espacial Mir.
¿La razón? El colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La odisea de Sergei Krikalev
Todo parte en mayo de 1991, cuando Krikalev ascendió a la estación espacial Mir para la misión Soyuz TM-12, inicialmente planificada para durar cinco meses.
Sin embargo, la caída de la URSS alteró significativamente su regreso a la Tierra.
Lo que debió ser una breve estancia se prolongó 311 días en el espacio, convirtiéndose en una emblemática misión espacial.
La misión más larga
A bordo de la Mir, compartiendo espacio con Anatoly Artsebarsky y Helen Sharman, la primera británica en el espacio, la atmósfera se volvió aún más peculiar durante esos días de espera.
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El colapso económico de la URSS y el intento de golpe de estado contribuyeron al retraso de Krikalev, dejándolo atrapado en una estación espacial que definió como pequeña, con olor a humano y coñac.
Sin nacionalidad tras la disolución de la URSS, su regreso se demoró debido a la falta de fondos.
Finalmente, el 25 de marzo de 1992, Krikalev tocó suelo en Kazajistán, convirtiéndose en el último ciudadano soviético en regresar a la Tierra después del derrumbe de la URSS.
Si sumamos todas sus misiones, Krikalev hizo historia al pasar un total de 803 días 9 horas y 39 minutos en el espacio.
Y a pesar de esta odisea espacial, el hombre de hoy 65 años siguió trabajando tras la disolución de la URSS y en colaboración con la NASA.