Espacio

El ‘James Webb’ observa por primera vez en la historia la composición química de las nubes de un exoplaneta

El exoplaneta cercano, a unos 200 años luz de distancia de la Tierra, registra elementos químicos que son señales de vida.

Esta ilustración conceptualiza las nubes arremolinadas identificadas por el telescopio espacial James Webb en la atmósfera del exoplaneta VHS 1256 b. NASA, ESA, CSA, JOSEPH OLMSTED (STSCI)

Los alcances del Telescopio Espacial James Webb nos vuelven a sorprender. Esta vez no es por la distancia a la que llegó con sus lentes, que sí fue bastante amplia, sino por la calidad de detalles que marcan un hito en la exploración de las profundidades del cosmos.

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Un equipo científico del Instituto Católico (KU) de Lovaina, situado en Bélgica, encuentra detalles en la composición química de las nubes del exoplaneta Wasp-107b que se encuentra a 200 años luz de distancia de la Tierra.

El exoplaneta fue descubierto en 2017, pero es ahora con el Telescopio Espacial James Webb que se logran ver detalles en su atmósfera, algo nunca antes registrado en la historia de la ciencia espacial. En concreto, según reseña El Espectador, gracias al observatorio espacial detectaron la presencia de vapor de agua, óxido de azufre y nubes de arena de silicato.

¿Eso quiere decir que es posible la vida en este exoplaneta? No. Lo destacado es que abre la puerta a la investigación de otros mundos, a los que se podrá acceder a la composición de la parte interna de sus atmósferas y así determinar si es posible (o no) el desarrollo de la vida tal y como la conocemos en la Tierra.

Lluvias en Wasp-107b

Gracias a los datos obtenidos por el Telescopio Espacial James Webb, los científicos encontraron que las nubes son lo suficientemente densas como para registrar, en alguna de sus etapas, el proceso de precipitación.

Es decir, encuentran que en la atmósfera de este exoplaneta ocurre el mismo ciclo que en la Tierra vemos con el agua, pero con arena de silicato.

“Desde los niveles más cálidos e inferiores de la atmósfera, con temperaturas cercanas a los 1.000 °Celsius, el vapor de silicato se elevaría, se enfriaría y formaría estos granos microscópicos. Debajo de cierto nivel, la arena se sublimaría nuevamente hasta convertirse en vapor, completando el ciclo”, rezó el documento publicado en la revista Nature.

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