Las películas de ciencia ficción han cautivado a las audiencias durante décadas con sus visiones asombrosas de la vida a bordo de naves espaciales interplanetarias. Sin embargo, el cineasta sueco Erik Wernquist ha decidido alejarse de los estereotipos de Hollywood y utilizar fundamentos científicos para ofrecer una visión realista de lo que sería vivir en una de estas inmensas naves.
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En su nuevo cortometraje, compartido por El Confidencial, Wernquist nos lleva a un futuro que podría estar a tan solo cien años de distancia.
El escenario de su corto se desarrolla en el “Esperanta”, un orbitador planetario que gira en torno a su propio eje horizontal a una velocidad de una revolución por minuto. Esta rotación genera una gravedad artificial que equivale a aproximadamente la mitad de la gravedad terrestre en su cubierta principal.
El “Esperanta” se presenta como un espacio de ocio, similar a un hotel o un crucero espacial, y el corto explora las vistas que los ocupantes disfrutarían cuando el orbitador visita diferentes mundos dentro de nuestro sistema solar. Sin embargo, lo más intrigante del cortometraje es la forma en que la luz y las sombras del sol juegan en el interior de la nave a medida que gira.
Sin luces artificiales
Wernquist optó por mantener todas las luces artificiales apagadas, excepto unas pocas luces de emergencia, lo que crea una experiencia en la que solo la luz natural ilumina los interiores de la nave, dando una sensación de soledad y contemplación.
El artista, cuyo trabajo previo incluye colaboraciones con la NASA y otras organizaciones científicas, ha logrado, una vez más, transmitir su visión del futuro de la exploración espacial. En el pasado, ha trabajado en proyectos que visualizan cómo serán las naves espaciales que nos llevarán más allá del sistema solar y ha creado películas en colaboración con la fundación de Carl Sagan.
