La instalación de la Red de Espacio Profundo, ubicada en Canberra, Australia, instruyó con la poderosa señal a la nave, para que se reorientara y volviera su antena hacia la Tierra.
Los controladores de la misión, de acuerdo con el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, tardaron 37 horas en saber si el comando funcionaba: ya en la madrugada del 4 de agosto la nave espacial comenzó a enviar datos científicos y de telemetría.
Esto indica que está operando normalmente y que permanece en su trayectoria esperada.
El largo viaje de la sonda Voyager 2 de la NASA
La sonda Voyager 2 fue enviada desde nuestro planeta el 20 de agosto de 1977, a bordo de un cohete Titán-Centauro. Viajó junto con su sonda hermana, Voyager 1, rumbo hacia los lejanos planetas exteriores.
Gracias a las sondas Voyager, se pudieron observar con exactitud muchos de los satélites de planetas como Júpiter, Urano y Neptuno. En el caso de Voyager 2, tomó dirección hacia Urano y Neptuno, acercándose lo más posible en los años 1986 y 1989, respectivamente.
Según las estimaciones de la NASA, en 40 mil años alcanzará la estrella Ross 248, ubicada al sur de la Constelación de Andrómeda.
“Después de dos semanas de no escuchar nada, volvemos a obtener datos únicos del medio interestelar”, señaló Linda Spilker, científica planetaria del Jet Propulsion Laboratory de la NASA y principal de la misión Voyager 2.
Durante ese tiempo la NASA solo detectaban una señal portadora conocida como “latido del corazón” de la sonda Voyager 2. Confirmaban que la misión seguía en funcionamiento, pero la señal aún era demasiado débil para extraer datos.
Hasta la madrugada del 4 de agosto. “Fue bastante estresante. No dormíamos bien”, afirmó Suzanne Dodd, gerente de proyecto de la misión.