Espacio

Nancy Currie y su triunfo sobre la adversidad para ir al espacio

Una historia de superación.

Cuando Nancy Currie era niña, ir al espacio no podía ser una opción para las mujeres. Con el paso del tiempo, las puertas se fueron abriendo, aunque la astronauta norteamericana tenía una estatura mucho menor que la de sus compañeros… así que tampoco la tomaban en cuenta para determinados proyectos.

Pero su espíritu de superación, su capacidad de liderazgo y su inteligencia contribuyeron a que pudiera cumplir con sus objetivos.

Nacida en Delaware, Estados Unidos (1958), Currie se graduó en la Universidad de Delaware con un título en ingeniería aeronáutica y astronáutica.

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Las primeras mujeres pilotos militares no aparecieron sino hasta mediados de los años 70, y las astronautas comenzaron a ser seleccionadas en 1978. No había una modelo a seguir. Y Currie, con el paso del tiempo, se convirtió en una de ellas.

Nancy Currie y la estatura: la astronauta más pequeña de la historia

En 1980, Nancy Currie se unió a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Fue piloto de prueba en la Escuela de Pilotos de Prueba de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, alcanzando el grado de coronel.

La NASA seleccionó a Currie como astronauta en 1991. En 1987 había sido rechazada, pero inmediatamente la contrataron para trabajar en labores de ingeniería.

Tuvo un problema: su estatura, y esto impidió que pudiera realizar caminatas espaciales, enfocándose solo en la ingeniería. Currie mide 1.52 metros, y los trajes espaciales no se hacían para ese tamaño, por tema presupuestario.

“Nuestros trajes espaciales solo vienen en tamaño mediano, grande y extragrande”, explicaba en su momento Mike Fincke, astronauta que tuvo la oportunidad de caminar en el espacio. “Cualquiera que esté en el lado más pequeño... no podrá tener la oportunidad de salir”.

Los astronautas del Apolo tenían trajes hechos a la medida, rememora el portal NPR. Pero para los años 70, ya se vislumbraba que cientos de personas irían al espacio. Construir trajes personalizados requeriría no solo mucho tiempo, sino mucho dinero.

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Debido a esto, la NASA construyó un sistema de traje espacial flexible de partes mixtas y combinadas: brazos, piernas, torso. Pero solo llegó en cuatro tamaños: pequeño, mediano, grande y extra grande.

Y Currie ni siquiera llegaba al pequeño.

“La gente de mi tamaño está en cuarto grado. Literalmente”, afirmaba Currie a NPR. “Quiero decir, algunos alumnos de cuarto grado son más grandes que yo”.

Pero lo importante es que Currie pudo ir al espacio. Realizó en total cuatro viajes, incluyendo dos a la Estación Espacial Internacional (1993, 1995, 1998 y 2002, correspondientes a los STS 57, 70, 88 y 190), acumulando mil horas.

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El trabajo con la Estación Espacial Internacional

De todas las anécdotas de vuelo, hubo una en particular que marcó a la astronauta. “Mi tercer vuelo fue bastante interesante”, contaba a Enid News & Eagle. Ocurrió en 1998, mientras ensamblaba la futura Estación Espacial Internacional, activa hasta la actualidad.

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“Retomamos la primera pieza de la estación. Agarré el primer segmento ruso, los apareé robóticamente y luego hice una serie de tres caminatas espaciales para hacer todas las conexiones eléctricas y de fluidos, luego fuimos los primeros en entrar, literalmente, y encender las luces de la estación. Tenemos un dicho, ‘Todas las misiones son buenas misiones’, pero algunas son mejores que otras, y esa fue definitivamente una de las principales”.

La norteamericana es una inspiración para muchas jóvenes, y un ejemplo de lo que se puede lograr con trabajo duro y dedicación.

Tras su retiro se convirtió en miembro de la Sociedad Americana de Ingenieros Aeroespaciales y de la Asociación Nacional de Mujeres de Ingeniería.

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