Científicos que colaboran con el Observatorio Norteamericano de Nanohercios para Ondas Gravitacionales, también conocido como NANOGrav, lograron “escuchar” el sonido de las ondas gravitacionales, que se produce por el choque de agujeros negros supermasivos.
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Las ondas gravitacionales, teorizadas por Albert Einstein hace más de 100 años, significan un hito en la ciencia y exploración del universo. Detectarlas cambian por completo la forma en la que comprendemos nuestra existencia.
Una onda gravitacional se había registrado en 2015, por el experimento de LIGO (Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales). En ese momento, la onda se registró en instrumentos puestos en la superficie terrestre.
Lo más reciente en cuanto a este fenómeno universal es que los científicos encontraron las ondas gravitacionales en datos de 15 años de visualización de más de 60 púlsares recopilados por el Observatorio de Arecibo en Puerto Rico, el Telescopio Green Bank en Virginia Occidental y el Very Large Array en Nuevo México, destacó CNN.
“Cuando las ondas gravitacionales pasan entre la Tierra y un púlsar, se interrumpe la sincronización de las ondas de radio del púlsar”, explican los expertos que “escucharon” las ondas gravitacionales.
Dicen los expertos que estas ondas gravitacionales son las más poderosas jamás detectadas. Este elemento los hace pensar que se dieron producto del choque de agujeros negros supermasivos, que superan por un millón la energía de los “regulares”.
“Es como un coro, con todos estos pares de agujeros negros supermasivos resonando en diferentes frecuencias. Esta es la primera evidencia del fondo de ondas gravitacionales. Hemos abierto una nueva ventana de observación del universo”, explica Chiara Mingarelli, coautora del estudio y científica de NANOGrav.
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El fondo de ondas gravitacionales es algo así como un ruido cósmico. Está formado por ondas gravitacionales de frecuencia ultrabaja y a medida que los agujeros negros chocan en el universo, estas ondas zumban y resuenan juntas en el fondo.
Las ondas gravitacionales viajan a la velocidad de la luz, pero los astrónomos se dieron cuenta de que una sola subida y bajada de una de las ondas podría tardar años o décadas en pasar debido al efecto dominó del espacio-tiempo.
“En un momento, a los científicos les preocupaba que los agujeros negros supermasivos en binarios se orbitaran entre sí para siempre, sin llegar nunca a estar lo suficientemente cerca como para generar una señal como esta”, dijo el Dr. Luke Kelley, presidente del grupo de astrofísica de NANOGrav.
“Pero ahora finalmente tenemos evidencia sólida de que muchos de estos binarios extremadamente masivos y cercanos existen. Una vez que los dos agujeros negros se acerquen lo suficiente como para ser vistos por los conjuntos de sincronización de púlsares, nada podrá evitar que se fusionen en unos pocos millones de años”, destacó Kelly.