Una tormenta solar lo suficientemente intensa podría extinguir la vida en la Tierra. Las eyecciones de energía de la estrella masiva que orbitamos repercuten en cada uno de los mundos de nuestro sistema planetario y eso es algo a lo que los astrónomos le prestan mucha atención.
Al igual que ocurre con los asteroides las probabilidades son muy bajas, pero están presentes. Entonces, científicos de diferentes organizaciones dedicadas a la astronomía, entre los que se encuentra la NASA, desarrollaron un sistema llamado DAGGER, del que les habíamos hablado anteriormente.
Su nombre es el acrónimo de Deep Learning Geomagnetic Perturbation, o Aprendizaje Profundo para la Perturbación Geomagnética. Y tiene la capacidad, a través de la Inteligencia Artificial, de predecir dónde golpearán las tormentas solares. Basados en la alarma, los científicos pueden tomar previsiones.
Todo bien hasta aquí. Pero cualquiera se podría preguntar, en caso de que la tormenta solar sea lo suficientemente intensa como para hacernos un daño real, ¿cuánto tiempo tendría la NASA para avisar al mundo de lo que está por ocurrir?
De acuerdo con un informe que publica Urban Tecno, basado en un estudio de la NASA, la agencia espacial sólo tendría 30 minutos para decirnos que estamos destinados a la muerte. Afortunadamente las tormentas solares, por los momentos, sólo afectaría las comunicaciones lo sistemas eléctricos del mundo.
Pero ya sabemos que, dado el caso de un comportamiento inusual del Sol, no habría mucho que hacer ante los caprichos del astro rey.
DAGGER es el primer modelo de previsión que combina el rápido análisis de la Inteligencia Artificial con mediciones reales desde el espacio y la Tierra. Mientras más depende la Tierra de la tecnología para las comunicaciones, mayor es la utilidad de este tipo de elementos.
La NASA plantea un ejemplo de una tormenta solar en 1989, que provocó apagones eléctricos en Quebec, Canadá, por 12 horas. Además, rememora que la tormenta solar más intensa, el Evento Carrington, provocó incendios en las estaciones de telégrafo e impidió el envío de mensajes en 1859.