El telescopio espacial James Webb ha detectado tres nuevas galaxias que nunca se habían observado hasta ahora y que tienen una forma extraña, un descubrimiento que demuestra que el Universo primitivo era más activo de lo que se creía hasta ahora.
De acuerdo con un informe publicado en el sitio web de la Cadena Ser, estas nuevas y misteriosas galaxias no solo pasaron desapercibidas para el viejo telescopio Hubble, sino incluso para telescopios terrestres más potentes, como el Gran Telescopio de Canarias.
Estas galaxias son de naturaleza heterogénea, es decir, que algunas de ellas formaron la mayoría de sus estrellas en el Universo muy joven y se ensamblaron muy rápido y, por lo tanto, los astrónomos aseguran que ya están muertas, porque no forman nuevas estrellas en cantidades significativas.
En cambio, otra de estas galaxias refleja todo lo contrario: está formando estrellas muy activamente y en regiones con mucho polvo interestelar. Mientras que el tercer cúmulo vivió cuando el el Universo tenía apenas mil millones de años, pero parece que ya tenían muchos átomos de oxígeno a altas temperaturas y brillaban con gran intensidad.
¿Qué opinan los expertos?
Los autores de este estudio interpretan esta emisión como la presencia de estrellas muy calientes con edades muy jóvenes, porque deberían tener uno o dos millones de años como máximo. Pero la presencia de oxígeno significa que debe haber otras estrellas que se formaron antes y que no podemos ver porque son mucho más débiles que las jóvenes.
Pablo Pérez-González, investigador español que trabaja en el Centro de Astrobiología de España y autor principal del trabajo, explicó: “Imagina que estás en un partido de fútbol sólo durante 5 minutos, ¿qué probabilidad hay de que veas a un jugador marcar un gol? Así que es realmente extraño, es muy difícil que coincida que tantas galaxias tengan estrellas de tan sólo 2 millones de años cuando el Universo tenía mil millones de años”.
“Algo debe estar ocurriendo en esas galaxias que aún no entendemos, quizás estamos viendo la formación de los primeros agujeros negros supermasivos, que creemos que existen hoy en todas las galaxias cercanas y pueden ser cruciales en la evolución de nuestro universo”, destaca el científico.
Con un mayor tamaño del espejo y una mayor cobertura de longitudes de onda, el James Webb es capaz no sólo de estudiar esas galaxias esquivas en su conjunto, “sino también analizar su estructura interna, siendo capaces, por ejemplo, de determinar si algunas partes de la galaxia se formaron antes que otras”, añaden.