El 26 de octubre del 2020, con casi todo el planeta confinado por ese primer año de la pandemia del covid-19, la NASA nos sorprendió al confirmar que había agua en la Luna. La agencia espacial norteamericana ha seguido investigando este fenómeno, pero parece que China le ha sacado ventaja.
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Apenas un mes después de este anuncio de la NASA en 2020, la agencia espacial de China mandó la sonda Chang’e 5 hacia nuestro satélite natural para que recogiera muestra y las trajera de vuelta hacia la Tierra.
A mediados de diciembre de ese mismo año, el aparato regresó a tierra firme y desde entonces los científicos de China analizan las rocas lunares. Dos años y tres meses tuvieron que pasar para que la organización astronómica diera un gran anuncio como este.
¿Hay agua? Sí, eso ya lo sabíamos. Los asiáticos nos sorprenden con la cantidad: estiman que alrededor de 270 millones de toneladas, una cifra que dicen que sigue en alza, según Xataka.
¿De dónde viene esa agua?
El agua estaba incrustada en pequeñas perlas de vidrio en la tierra lunar en donde ocurren los impactos de meteoritos. Estas perlas de vidrio brillantes y multicolores estaban en muestras que China.
Ahora bien, eso no es suficiente para que exista dicha cantidad, debido a que la Luna no reúne condiciones para el desarrollo de la vida tal y cómo la conocemos.
El portal citado indica que en nuestro satélite ocurre el siguiente proceso: “los átomos de hidrógeno y oxígeno se habrían unido para formar moléculas de distinto tipo en la misma Luna. Iones de hidrógeno serían empujado por el viento solar, y al llegar a la Luna se mezclarían con los átomos de oxígeno presentes en la roca de sus superficie”.
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Los expertos estiman que hay dos miligramos de agua por cada gramo de roca lunar; unas mil veces de lo que se teorizaba previamente.
¿De qué nos sirve esto, vamos a poder vivir en la Luna? No. La cuestión es que hay un foco que investigar en los próximos viajes lunares.