El temor a la destrucción total de la humanidad es permanente. Capaz casi desde los orígenes de la misma. Con el paso del tiempo, además de pensar en que algo catastrófico podría sucedernos, también se tomaron medidas para preservar el legado más brillante de nosotros. Una de ellas es el disco duro de la inmortalidad, o Immortality Drive.
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La idea es sencilla, pero con un potencial enorme: según explica Gizmodo, en caso de destrucción de la vida sobre nuestro planeta, o de buena parte de esa vida, en un chip se guarda el código ADN de un puñado de personajes valiosos.
Muy curioso, claro. Pero más aún saber dónde se encuentra el disco duro de la inmortalidad: en la Estación Espacial Internacional, a casi 500 kilómetros de la superficie terrestre.
¿Cómo llegó el Immortality Drive a la Estación Espacial Internacional?
Richard Garriott, diseñador de videojuegos, puso en órbita el Immortality Drive en 2008, como reseña ABC News. Viajó a bordo de la nave Soyuz TMA-13 hacia la ISS, con sus propios fondos (30 millones de dólares pagó, según reportes), viajando durante doce días y dejando su aporte en el laboratorio espacial.
Garriott está detrás de videojuegos como Tabula Rasa, la saga de Ultima, Bioforge y Akalabeth: World of Doom.
El disco duro de la inmortalidad es una especie de cápsula del tiempo digital que sirve como un “respaldo externo” para la raza humana. En palabras de Garriott, “es un archivo digital de los mayores logros de la humanidad y una instantánea de la humanidad misma”.
El puñado de personajes en el disco duro de la inmortalidad
¿Quiénes son algunos de los personajes cuyo genoma se encuentra en la Estación Espacial Internacional?
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Científicos como el legendario Stephen Hawking; Emprendedores como Kevin Rose (Digg, Pownce, Revision3), Tim Draper y Robert Scoble; deportistas como Scott Johnson (gimnasta olímpico) y Matt Morgan (luchador profesional); Joe Ely, Stephen Bruton y Eric Johnson, entre otros músicos; Tracy Hickman, Scott Murphy y Christiana Miller, entre otros escritores.
Son, al menos, 20 personas cuyas secuencias de ADN se encuentran en el disco duro de la inmortalidad. ¿Imaginan un mundo repoblado por ellos? No, nosotros tampoco.