Espacio

Esta es la curiosa historia de los dos primeros animales latinoamericanos que fueron al espacio: ¿Sobrevivieron al viaje?

Un país de América Latina tenía su programa espacial y a finales de los años 60 lanzó dos naves tripuladas de animales, hacia las afueras de la Tierra.

Belisario Juan
Belisario Juan

En el medio de la carrera espacial que desataron los Estados Unidos y la Unión Soviética en los años sesenta, un país de América Latina tenía su propio programa científico para explorar el cosmos. Al igual que las potencias mundiales, querían poner a un hombre fuera de la órbita de la Tierra.

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Entonces, muy similar a lo que hicieron desde la NASA y el entonces programa espacial soviético, los astrónomos latinos practicaron con naves espaciales tripuladas por animales.

Así se desarrolló la historia del ya extinto programa espacial argentino, pionero en su momento ya que fue el encargado de enviar a los dos primeros animales de nuestra región hacia lo más alto de nuestros cielos.

Recientemente hablamos de lo que sufrió la perrita Laika cuando murió en el medio del experimento de la Unión Soviética. Entonces, es obvio que nos preguntemos si el destino de estos animales de la iniciativa espacial de Argentina tuvieron el mismo destino.

Afortunadamente, los proyectos terminaron en un final feliz para los animales, aunque verdaderamente no fueron del todo productivos en cuanto a resultados científicos.

El ratón Belisario y el mono Juan: animales latinos que intentaron viajar al espacio

Según lo que reseña El Tiempo, citando diarios argentinos de la época, lo único negativo es que las naves espaciales que diseñó el entonces programa de la tierra gaucha, no lograron instalarse en el espacio exterior.

En el caso de la sonda espacial que llevó al ratón Belisario, en abril de 1967, los paracaídas se abrieron inesperadamente justo antes de atravesar la frontera terrestre. Posteriormente a esta eventualidad, la máquina regresó a tierra firme con el roedor vivo y sin consecuencias por el lanzamiento en cohete.

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Mientras que la nave espacial que llevó a Juan, el mono (diciembre de 1969), vio como sus motores se apagaron cuando alcanzó los 82 mil metros, una altura en la que ya se considera que está en el espacio.

La cápsula nunca perdió la presurización de oxígeno y los signos vitales del animal se mantuvieron intactos.

Lo único negativo para el mono Juan fue que viajó muy sedado para que pudiera soportar la aceleración y caída, y tras su llegada a tierra estaba muy desorientado. Nada que un par de días no pudieran arreglar. El primate siguió su vida en un zoológico de Misiones, misma provincia de Argentina donde nació el animal.

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