Los últimos astronautas que exploraron la superficie lunar lo hicieron en 1972: fueron Gene Cernan y Harrison “Jack” Schmitt, acompañados por el piloto Ronald Evans, en la Misión Apolo 17 de la NASA. Entre las decenas, quizás cientos de anécdotas que recopilaron, hay una que destaca: el olor de la Luna.
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Todos coinciden en que es pestilente, y es un misterio el porqué huele así. Al quitarse el casco, entrando en el módulo de comando, lo primero que hicieron fue examinar el polvo lunar. Lo tocaron, lo sintieron y lo olieron.

¿A qué huele la Luna?
A pólvora.
“Huele a pólvora gastada”, especificó Cernan, en una crónica de la NASA. “Huele como si alguien hubiera disparado una carabina aquí”.
“Es realmente un olor fuerte”, señaló Charlie Duke, de Apolo 16. “Tiene ese sabor para mí de pólvora, y el olor de la pólvora también”.
Las posibles causas del olor a pólvora en la Luna
Pero ¿es debido a que la superficie de la Luna tiene elementos similares a los de la pólvora? No. NASA explica que la pólvora moderna es una mezcla de nitrocelulosa y nitroglicerina, moléculas orgánicas inflamables que no se encuentran en el suelo lunar.
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El material del polvo de nuestro satélite natural tiene vidrio de dióxido de silicio, hierro, calcio y magnesio, olivino y piroxeno.
Una teoría del olor, presentada por el astronauta Don Pettit, señala que es el efecto lluvia del desierto lo que causa esa impresión.

“La Luna es como un desierto de 4 mil millones de años”, indica Pettit, citado por el portal Science. “Cuando el polvo lunar entra en contacto con el aire húmedo en un módulo lunar, se obtiene el efecto, al liberarse moléculas que han quedado atrapadas en el suelo seco, produciendo olores previamente escondidos”.
Otra teoría, esta vez de Gary Lofgren, indica que los causantes de esa percepción son los vientos solares, conformados por hidrógeno, helio y otros iones que quedan atrapados en el polvo.
Lo cierto es que la Luna huele a pólvora, sea por la razón que sea. Quizás en la Misión Artemis III de la NASA, programada para llevar a la primera mujer y al próximo hombre a la Luna en 2025, se resuelvan los motivos.
La pésima experiencia de Jack Schmitt tras volver de su paseo por la Luna
Schmitt sufrió una situación tras volver de su primer paseo lunar: desarrolló la llamada fiebre del heno, una rinitis alérgica con síntomas parecidos al resfriado, como secreción nasal, picazón en los ojos y congestión.
“Ocurrió bastante rápido”, contó. “Cuando me quité el casco después de la primera caminata espacial, tuve una reacción significativa al polvo. Mis cornetes se hincharon”.

Gracias a sus siguientes caminatas, los síntomas disminuyeron. El tema es que Schmitt, a diferencia de sus compañeros, no era piloto de pruebas, sino geólogo, por lo que no estaba habituado a experimentos similares.
Y como nunca manejó armas, no sabía realmente si el olor de la Luna era similar al de la pólvora.