Lugar que habitamos, lugar que dañamos. Puede sonar trillada la frase, pero expone la verdad de cómo actúa el ser humano en los ambientes que toca. Después de décadas de visitas hacia las afueras de nuestro propio planeta, ahora sucede que tenemos la órbita de la Tierra colmada de basura espacial.
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Es el colmo del sentido común, pues las organizaciones que impulsan las iniciativas de explorar el universo, en muchos casos, lo hacen con la intención de encontrar alternativas que nos ayuden a preservar el medioambiente que nos regaló la existencia.
Lamentablemente no aprendemos y esta basura espacial representa dos tipos de problemas; uno más grave que el otro.
El principal problema está relacionado a la exploración del cosmos. Ya lo han dicho los científicos que están a cargo de los observatorios que están en nuestra superficie: la basura espacial es capaz de afectar la data que registra un telescopio en su constante mirada hacia las profundidades del universo.
Entonces, un científico podría estar ante un descubrimiento inédito que nos cambie la historia para siempre y este pasaría desapercibido o sería falso por la alteración de datos.
El mayor peligro de la basura espacial
De acuerdo con lo que informan los medios especializados, a día de hoy se calcula que hay alrededor de 900 mil objetos circulando por los alrededores de la Tierra. La mayoría se van a quedar dando vueltas por allí y eso es un inconveniente para las estaciones espaciales o naves que quieran realizar vuelos orbitales.
Pero lo peor de todo es que según la trayectoria, alguno de estos objetos pueden ser lo suficientemente grandes como para regresar a la superficie y así, sin previo aviso, caer en el patio de tu casa.
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Esta basura espacial es en su mayoría propiedad de la NASA o de la agencia espacial de Rusia. También hay material de la organización astronómica China y algunos objetos de la ESA.
Precisamente un estudio realizado en 2015 por la NASA y la Agencia Espacial Europea, afirma que en la actualidad hay unos 17.000 objetos catalogados de más de 10 centímetros de longitud dando vueltas alrededor de nuestro planeta.
Esos, aunque no lo crean, son los que se pueden ver y a los que les hacen seguimiento. Pero hay cálculo de que existen orbitando más de medio millón, solo contando los que miden más de 10 centímetros.
Algunos han caído de forma controlada en la Tierra, con un monitoreo de organizaciones expertas en la materia. Otros van directo hacia algún océano y se hunden sin que nadie les preste atención.