Durante muchos años, la Unión Soviética dijo que Laika había muerto sin dolor. La primera criatura en orbitar la Tierra, esta perrita de las calles de Moscú, fue lanzada en 1957, en plena carrera espacial. Tiempo después, apenas en 2002, se conocería todo el sufrimiento que experimentó durante las horas en las que estuvo volando.
Pesaba cerca de 6 kilogramos e inicialmente su nombre era Kudrayavka. Laika, en ruso, quiere decir Ladradora, y así se quedó.
Los soviéticos buscaban comprender mejor lo que el lanzamiento de una nave, la microgravedad y otros aspectos podían generar en los seres humanos. No fueron los únicos en utilizar animales, los estadounidenses también lo hicieron, pero el secretismo ruso generó que muchos datos se tergiversaran con el paso del tiempo.
Uno de ellos era saber qué había ocurrido con el cuerpo de Laika. Por muchos años, las autoridades aeroespaciales soviéticas dijeron que la perrita murió sin sufrir.
Pero la realidad era otra.
Laika al espacio y las mentiras de los soviéticos
Laika podía sentarse y acostarse en la cabina, siempre amarrada con un arnés y un conjunto de electrodos. Tenía acceso a alimentos y agua en forma gelatinizada.
Mentira número uno: el satélite nunca volvería a la Tierra. El programa espacial soviético sabía que era una misión suicida, porque Sputnik 2 no estaba diseñado para su retorno. Evidentemente, no lo informaron así.
Mentira número dos: la muerte sin dolor. Laika sufrió muchísimo, entre el estrés por el lanzamiento, la agitación, el sobrecalentamiento de la nave y la asfixia, todo durante seis o siete horas, hasta su muerte.
El cuerpo inerte de la perrita soviética estuvo dando vueltas alrededor de la Tierra durante más de 2.370 órbitas, 162 días en total, según Anatoly Zak, del portal Russian Space Web, citado por Space. Las baterías del Sputnik 2 se agotaron el 10 de noviembre de 1957, con la nave espacial dejando de enviar datos al Centro de Control.
El Sputnik reentraría en la Tierra, cayendo supuestamente sobre el Amazonas, con los restos carbonizados de Laika en su interior.
“Los rusos amamos a los perros”, dijo un funcionario soviético
Time cuenta que el Daily Mirror de Londres escribió: “El perro morirá, no podemos salvarlo”, en un artículo sobre Laika. La embajada soviética en la capital inglesa envió un reclamo, y un funcionario apuntó: “Los rusos amamos a los perros. Esto se ha hecho no por el bien de la crueldad, sino por el beneficio de la humanidad”.
Para el 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin se convertiría en el primer hombre en alcanzar el espacio.
El sacrificio de Laika (en total enviaron 36 perros en toda la etapa, sobreviviendo unos como Belka y Strelka, muriendo otros) había dejado enseñanzas para el programa espacial soviético, desembocando en experiencias positivas para los seres humanos.
Pero a un costo enorme para los animales.