El hecho de que la ciencia experimente con animales no es cosa nueva. Durante décadas, los científicos han empleado métodos crueles justificados en que se trata de un logro científico para el planeta. De las miles de historias que existen en el mundo de la investigación, las de Laika y Excalibur rompen el corazón.
PUBLICIDAD
Además de los humanos, el resto de los seres vivientes merecen vivir de forma plena en el mundo en el que nacieron. A los científicos parece olvidárseles dicha afirmación y, en algunos casos, solo trabajan por la supervivencia de nuestra raza.
Con este comportamiento, este grupo de profesionales que recibió una educación del más alto nivel, solo demuestran ignorancia. Hacer sufrir a un animal para poder viajar al espacio, o no darle la oportunidad de vivir porque representa un gasto adicional, es una acción obsoleta.
El problema que se plantea en esta reseña es que sucedió en el pasado con Laika y en los tiempos actuales con Excalibur. Es precisamente por esto que se exponen ambas historias a continuación.
Laika y un grupo de perros sacrificados para loas viajes al espacio
De acuerdo con lo que reseña Muy Interesante, la historia de Laika se remonta a finales de los años 50; una época en la que norteamericanos y soviéticos corrían a toda velocidad una carrera por llegar al espacio.
El portal citado recuerda que a los rusos se les ocurrió que antes de enviar a un cosmonautas a la órbita de la Tierra, era mejor mandar a un perro callejero. El resultado de esta “brillante” idea fue un grupo de cuadrúpedos sacrificados mientras hacían pruebas y sometían a los animalitos a condiciones extremas.
Laika fue la elegida para viajar dentro de la Sputnik 2, segunda nave espacial que se puso por encima de la atmósfera en la historia de la humanidad. Ocurrió un 3 de noviembre de 1957.
PUBLICIDAD
Todo el proceso fue cruel, pero quizás lo peor de todo es que sometieron a un amplio grupo de perros al mismo entorno, en el que varios murieron tras no soportar los retos. Laika, irónicamente, sobrevivió para morir.
La enviaron en la sonda espacial un 3 de noviembre del 57 con comida para una semana. La nave regresó un 14 de abril de 1958, cinco meses después, en medio de explosiones. Claramente ya la perrita había muerto después de todo ese tiempo en órbita.
El entrenador del animal dijo en el año 2002 que Laika había muerto apenas cinco horas después del despegue, producto del calor por la fricción en la salida del planeta. Eso sirvió para que cuatro años más tarde Yuri Gagarin se convirtiera en el primer humano en sobrevolar la órbita de la Tierra.
Excalibur no recibió una segunda oportunidad
Otro caso que se justificó en el beneficio del planeta es el de Excalibur, en el 2014. Una enfermera llamada Teresa Romero llegó a España contagiada de ébola. Su esposo, Javier, fue puesto en cuarentena dentro de un hospital.
Entonces, mientras Teresa luchaba por su vida y Javier esperaba resultados del laboratorio, Excalibur fue aislado en el hogar de la pareja española. Le dejaron comida para una semana, pero el gobierno ibérico autorizó por medio de una orden el sacrificio del perrito, sin siquiera saber si tenía el virus.
Sin muchos rodeos, les mataron al perrito. Javier no tenía ébola y Teresa se recuperó, pero Excalibur fue asesinado.
El caso causó un revuelo en España, hasta el punto de que hubo protestas que se llegaron a tornar violentas. Además, también hubo una movida en redes sociales llamada #SalvemosAExcalibur, en la que mascotas de todo el mundo “se pronunciaron” en favor del perrito.
La pareja demandó al Estado y reclamó una indemnización. Perdieron el caso, pero al menos tuvieron la oportunidad de adoptar a una perrita llamada Alma.