El astronauta norteamericano Scott Kelly pasó 340 días en el espacio, entre 2015 y 2016, y sufrió varios cambios importantes, incluyendo en sus ojos. En ausencia de gravedad, las modificaciones que vivió fueron evaluadas por la NASA tras su retorno a la Tierra.
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Durante un año, la agencia aeroespacial norteamericana examinó la readaptación de Kelly a nuestro planeta.
Y, para mayor curiosidad científica, Scott tiene un hermano gemelo también astronauta, Mark. Mientras el primero permanecía en la Estación Espacial Internacional, el segundo estaba en la Tierra. Luego se realizaron las comparaciones entre ambos, dejando conclusiones interesantes.
Las modificaciones en los ojos del astronauta Kelly
En primera instancia, la vista es uno de los sentidos que más cambios sufre en el espacio. Al no estar a plena luz del día, sino encerrado con luz artificial durante todo ese tiempo, las modificaciones resultan claras. Además, la ausencia de gravedad afecta a los ojos.

Los investigadores destacan que el impacto en la salud de la visión de los astronautas como resultado de un vuelo espacial a largo plazo se conocía antes como Síndrome de Presión Intracraneal. Con el paso del tiempo, se le llamó Síndrome Neuro-ocular, o SANS.
Brandon Macias, director del Laboratorio Cardiovascular y de la Visión del Centro Espacial Johnson de la NASA, habló con la CNN en 2021 sobre su investigación, publicada en la revista JAMA Ophtalmology.
“La duración de la misión del vuelo espacial puede contribuir a empeorar los cambios estructurales oculares, como la inflamación de los tejidos de la cabeza del nervio óptico”, destacó Macías.
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NASA evaluó no solo a Kelly, sino también al cosmonauta Mikhail Kornienko. Ambos estuvieron en la misma misión, entre 2015 y 2016, pasando 340 días en el espacio.
Uno de ellos (no fue identificado en el trabajo) desarrolló edema leve del disco óptico, que sucede “cuando las fibras nerviosas que entran en la parte posterior del ojo se hinchan, o cuando el LCR (líquido cefalorraquídeo) se acumula alrededor de las fibras nerviosas”.

“Si la hinchazón es grave y dura mucho tiempo”, señala Macías, “la función visual puede verse afectada”.
La otra persona experimentó un edema del disco óptico, además del desarrollo progresivo de pliegues coroideos.
“La retina en la parte posterior del ojo es una capa suave”, apunta el investigador de la NASA. “Los pliegues coroideos se desarrollan cuando este tejido se arruga y se vuelve desigual. Estos pliegues pueden tener diferentes patrones según la ubicación y la gravedad, y tienen el potencial de afectar la función visual”.
Ambos profesionales se recuperaron tras su retorno a la Tierra.
Los cambios en la genética: la comparación de los gemelos Kelly
Pero los cambios en el espacio no se circunscriben a la visión, sino también a los elementos químicos en el ADN.
En la comparación de los gemelos Scott y Mark Kelly, se observaron las grandes diferencias en la epigenética de los genomas de ambos.

Los científicos encontraron que hubo una diferencia de menos del 5% en la metilación general entre los gemelos durante la misión, y la diferencia más grande ocurrió 9 meses después, cuando el 79% del ADN de Scott (el que permanecía en el espacio) estaba metilado, en comparación con el 83% de Mark.
Más del 90% de los genes que cambiaron los niveles de actividad durante el vuelo de Scott volvieron a la normalidad seis meses después de su retorno.