Ir al espacio era un sueño de pocos, hasta los años 50, cuando Estados Unidos (NASA) y la Unión Soviética se enfrascaron en una carrera por las estrellas. Entonces, la motivación se convirtió en una cuestión de honor en medio de la Guerra Fría. En aquellos momentos surgieron historias curiosas, como la del astronauta fantasma, perdido en la inmensidad.
Casi siempre eran historias de ficción, o relatos que, basados en hechos reales (misiones verdaderas), se les daba un desenlace que nunca ocurrió.
El tema es que en los años 50 y 60, donde la incipiente carrera espacial aún tenía más un carácter militar que plenamente científico, los secretos se encontraban a la orden del día. Y cuando hay secretos, siempre surgen rumores, pasando de allí a las leyendas.
Más aún si esos cuentos provenían detrás de la Cortina de Hierro, en la antigua Unión Soviética.
Aunque se dice que el primer astronauta fantasma formaba parte del Proyecto Mercury… y era un maniquí capaz de inhalar y exhalar aire, generar calor y producir vapor de agua. Habría estado en dos vuelos de prueba del Mercury en 1961. La NASA no lo reconoce como tal, por lo que se toma como una leyenda.
Los hermanos italianos que impulsaron la historia del astronauta fantasma
Existe otra historia sobre dos hermanos italianos, Achille y Giovanni Battista Judica-Cordiglia, radioaficionados que en los primeros años de la carrera espacial interceptaban comunicaciones procedentes del espacio.
Los Judica-Cordiglia estaban al tanto del lanzamiento del primer satélite artificial de la historia, el Sputnik I, por parte de la Unión Soviética. En aquellos tiempos, Radio Moscú dio a conocer la frecuencia de la baliza de 1 Watt de potencia en 20.005 MHz y 40.002 MHz de una portadora continua: cualquier persona en el mundo podía monitorear las señales.
Achille y Giovanni Battista, como rememora VICE, habrían captado en 1961 unos latidos de una persona agitada, con respiración jadeante, de un supuesto cosmonauta. Con el tiempo, se dijo que eran de Gennady Mikhailov, que murió a bordo del Sputnik 7, erigiéndose en el primer ser humano muerto en el espacio.
Pero realmente el Sputnik 7 era un intento soviético de lanzar una sonda de exploración a Venus, y no contaba con seres humanos en su interior. Así que todo era una leyenda.
Valentín Bondarenko se convirtió, oficialmente, en el primer cosmonauta fallecido durante un experimento relacionado con la carrera espacial, en 1961. Y el primero en morir en el espacio fue Vladímir Komarov, el 24 de abril de 1967.
La historia de Komarov puedes leerla en este link.
Para mayo de ese año, registraron la voz de una tal Ludmila Tokovy, que supuestamente fue era la primera mujer en el espacio, pero que en su última transmisión de regreso informó que algo iba mal “y se estaba quemando”.
¿Otra cosmonauta fantasma? ¿Qué ocurrió en realidad?
Nada pudo ser confirmado, y oficialmente los soviéticos dan a Valentina Tereshkova como la primera mujer que viajó al espacio. Puedes conocer más sobre su historia en este link.
Con la consolidación de la carrera del espacio llegó el adiós a las leyendas
Este tipo de situaciones fue disminuyendo con el paso del tiempo, cuando la carrera espacial ya se había fortalecido. Para destacar otras más, están las de Piotr Dolgov (un accidente ficcionado) y Aleksey Grachov (un ingeniero de motores de cohete al que se le atribuía que había sido cosmonauta).
La Unión Soviética llevó al primer hombre al espacio en 1961, el gran Yuri Gagarin; y Estados Unidos alcanzó la Luna en 1969, con Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins.
Cada programa espacial fue dando a conocer víctimas reales, proclamándolas como héroes, y las historias del astronauta fantasma, o de los hombres perdidos en la inmensidad, comenzaban a desvanecerse.
Ya no eran necesarios los misterios.