Sally Ride nunca se sintió cómoda frente a los flashes de la prensa. Siempre tuvo un perfil bajo, incluso tras convertirse en la primera mujer estadounidense en el espacio. Por eso, muchos se sorprendieron cuando se anunció su muerte, producto del cáncer de páncreas. Y más, cuando tras su adiós, se reveló su homosexualidad.
Nacida en Encino, Los Ángeles, en 1951, llegó al espacio de la manera menos común posible: respondiendo un aviso de prensa de la NASA. La agencia aeroespacial norteamericana buscaba mujeres para romper la barrera espacial.
Ya la Unión Soviética había lanzado a las dos primeras: Valentina Tereshkova (1963) y Svetlana Savitskaja (1982), ambas pilotos de las fuerzas aéreas de su país. Pero Ride estaba lejos del ejército: era física, con un grado en inglés y, además, una tenista consumada que llegó a disputar partidos profesionales.
Sally Ride alcanza las estrellas
Ride entró en la NASA en 1978, convirtiéndose en comunicadora de cabina (CapCom) para el segundo y tercer vuelos del programa del transbordador espacial (STS-2 y STS-3), ayudando además a desarrollar el brazo robot Canadarm.
El 18 de junio de 1983, Ride entró en la historia, formando parte de la misión STS-7 en el transbordador espacial Challenger, convirtiéndose en la primera mujer en el espacio. Cumplieron con el objetivo de desplegar dos satélites comunicacionales, además de usar el brazo robot y recuperar un satélite con él.
“Millones de pequeñas niñas verán la televisión y se darán cuenta de que pueden ser astronautas, heroínas, exploradoras y científicas”, dijo en ese momento Gloria Steinem, directora de Ms. Magazine, citada por El País. “Neil Armstrong (primer hombre en la Luna) dio un pequeño paso para el hombre en 1969, pero Sally Ride ha dado un paso mucho más largo para hombres y mujeres ahora”, apuntó Margaret Heckler, secretaria de sanidad del gobierno estadounidense.
En 1984 volvió al espacio, de nuevo con el Challenger. Cuando se preparaba para su tercer vuelo, ocurrió la tragedia del Challenger, que cobró la vida de los siete miembros de la tripulación.
Posteriormente, Ride formó parte del Subcomité de Operaciones en la investigación sobre las causas del accidente; trabajó en la Oficina Central de la NASA en Washington y fundó la Oficina de Exploración de la NASA.
Una feminista que abrió las puertas a la mujer en el espacio
Al retirarse de la agencia aeroespacial, se dedicó a la docencia, dando clases de física en la Universidad de California (San Diego) y dirigiendo el Instituto Espacial de California. Fundó una empresa para programas de entretenimiento sobre ciencias y publicaciones para centros educativos, con atención a la formación de niñas y jóvenes.
En sus propias palabras, Ride se consideraba una feminista. Dijo esto en una conferencia ante la Organización Nacional de Mujeres, tras regresar del espacio:
“Una feminista es cualquiera que apoye los derechos de las mujeres y las prioridades de las mujeres. No podría estar haciendo este trabajo si no apoyara los derechos de las mujeres y las prioridades de las mujeres”.
Ícono de la comunidad LGBT
Pero lo que pocos sabían es que Ride se convertiría en un icono de la comunidad LGBT. Y todo se confirmó solo tras su muerte, ocurrida en 2012 en La Jolla, San Diego.
Ride sufría de cáncer de páncreas, lo que ocasionó su fallecimiento. A su lado estuvo su pareja desde 1985, Tam O’Shaughnessy.
Tam era psicóloga y profesora, que trabajaba como vicepresidenta ejecutiva en la empresa fundada por Ride. Fue su apoyo en los momentos más duros, pero siempre bajo el velo de la discreción.
Lo explicó Bear Ride, hermana de Sally, ministra presbiteriana, en un comunicado tras el fallecimiento de la astronauta.
“Mi hermana era una persona muy reservada. Sally tenía un sentido fundamental de la privacidad, era su naturaleza, porque somos noruegos, de principio a fin. La gente no sabía que tenía cáncer de páncreas, esto seguramente será una gran sorpresa. Shock. Durante 17 meses, nadie lo supo, y todos lo saben ahora. Su fondo conmemorativo será en apoyo del cáncer de páncreas”.
“La mayoría de la gente no sabía que Sally tenía una relación amorosa maravillosa con Tam O’Shaughnessy durante 27 años. Sally nunca ocultó su relación con Tam. Eran socias, socias comerciales en Sally Ride Science, escribieron libros juntas y Sally es muy cercana. Los amigos, por supuesto, sabían de su amor. Consideramos a Tam un miembro de nuestra familia”.
“Espero que la comunidad del cáncer de páncreas esté absolutamente encantada de que ahora haya este defensor que no conocían. Y espero que la comunidad LGBT sienta lo mismo. Espero que les resulte más fácil a los niños que crecen homosexuales que saber que otro de sus héroes fue como ellos”.