Elon Musk tiene Marte entre ceja y ceja: es el gran desafío de su vida, colonizar el planeta rojo. Pero para cumplir con su apuesta, tendría que ir muy lejos en el tema de la adaptación. Todo esto, de acuerdo con un reconocido astrónomo británico.
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Lord Martin Rees, profesor de Cosmología y Astrofísica en Cambridge, lanzó una hipótesis sobre cómo los primeros colonizadores de Marte se convertirían en una raza de cyborgs.
Sus palabras resonaron en el Hay Festival, que se celebra en Hay-on-Wye, Gales, del 26 de mayo al 5 de junio.
De acuerdo con Lord Rees, pioneros como Musk podrían crear una pequeña comunidad en Marte, donde impondrían sus propias reglas, lejos de la Tierra.
“Estos intrépidos exploradores de Marte estarán fuera de las garras de los reguladores y tendrán todos los incentivos para modificarse, porque están muy mal adaptados a Marte”, señaló Lord Rees en el Hay Festival, citado por The Times.
Al probar técnicas inventivas para adaptarse a la dura situación en el planeta rojo, “dentro de una generación o dos podrían convertirse en una especie bastante diferente”.
“No sabemos qué mezcla serán, si de carne y hueso y electrónica, pero si se vuelven electrónicos, por supuesto que podrían ser casi inmortales”, recalcó el astrónomo británico.
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Lord Rees, nacido en York, Inglaterra, en 1942, estudió el papel de la materia oscura en la formación y propiedades de las galaxias, utilizando la simulación informática. Publicó más de 500 artículos y siete libros de divulgación científica.
El desafío de Marte, para Elon Musk
Elon Musk ha impulsado desde 2016, a través de SpaceX, el tema de la colonización de Marte. Inicialmente dijo que para 2026 podría realizarse el primer viaje tripulado al planeta rojo, pero movió la fecha para 2029.
Las más recientes investigaciones de la NASA sobre Marte ratifican la dificultad de su clima, con fuertes vientos, un desierto perenne y una presión tremenda, que complicarían muchísimo la llegada del ser humano.
En caso de no cumplirse la predicción de Musk para la década que corre, no hay que dejar de creer en su voluntad: para el multimillonario es casi una cuestión de honor, más allá de Tesla, Neuralink o el mismísimo Twitter (si finalmente lo llega a comprar).