Captar en imágenes un agujero negro es suficiente para que un evento se gane el calificativo de histórico. Es apenas el segundo que se logra mostrar en una fotografía en toda nuestra existencia y se realizó tras un minucioso trabajo de investigación que tardó unos cinco años.
PUBLICIDAD
El fenómeno crece cuando nos detenemos en el dato de que se trata, precisamente, del agujero negro que está en la Vía Láctea, en el corazón de nuestra galaxia. A esto le tenemos que sumar que el hito de la astronomía no se habría logrado sin las herramientas situadas estratégicamente en el desierto de Atacama, en Chile.
El ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) fue fundamental para que este jueves 12 de mayo del 2022, la ciencia celebre un paso hacia adelante en la exploración del universo.
Entonces, con la intención de conocer la verdadera magnitud de este anuncio histórico de la astronomía, acudimos a los expertos, a la voz de la experiencia que lleva años dedicando esfuerzos a la investigación del cosmos y los secretos que se esconden en las profundidades de la región galáctica a la que pertenecemos.
Y así, tuvimos la fortuna de tener una charla amena con el astrónomo Luis Chavarría Garrido, representante del Observatorio Europeo Austral (ESO por sus siglas en inglés) en Chile.
La importancia de captar a nuestro agujero negro
Los agujeros negros son los objetos que mayores secretos esconden en nuestro universo. Nada escapa de ellos y solo se pueden estudiar a través de los elementos que lo rodean. Por lo que con la imagen que ahora tenemos de Sgr A* (Sagittarius A*) lo que realmente se capta es la energía que le da forma a esta sombra situada en el centro de la Vía Láctea.
Sgr A* está a unos 27.000 años luz de distancia de la Tierra y es apenas el segundo en ser fotografiado. El primero había sido el M87, agujero negro supermasivo de otra galaxia ubicado a 55 millones de años luz.
PUBLICIDAD
Le preguntamos a Luis Chavarría Garrido la razón por las que costó tanto captar el de nuestra galaxia, si está más cercano que M87 y de inmediato nos sorprendió con el dato más asombroso de todos.
El agujero negro de nuestra galaxia es exageradamente pequeño si se compara con el resto de los que se conoce su existencia, “Sgr A* es apenas del tamaño de la órbita de Mercurio”.
Entonces, al ser tan pequeño los elementos que lo rodean se mueven mucho más rápido debido a la fuerza gravitacional que imprime el agujero sobre los cuerpos que están a su alrededor.
“Necesitábamos que se quedara quietito para la fotografía. Por eso que nos demoramos tanto en analizar sus datos”, nos explicó Luis (no nos avergüenza) con peras y manzanas para que pudiésemos comprender los detalles técnicos.
“Ver este agujero negro es el equivalente a intentar encontrar una dona en la superficie de la Luna”, añade el representante de la ESO en Chile.
Entonces, ¿Cómo lo lograron?
Para captar un agujero negro tan pequeño y tan lejano “hay dos maneras”, nos dice Luis. “La primera es con un telescopio que tenga el tamaño de la Tierra. Mientras más grande sea la herramienta más lejos podemos mirar. Entonces cómo eso es prácticamente imposible fabricar algo tan grande juntamos varios radiotelescopios para convertirlos en uno solo”, apuntó.
Este proceso no es fácil. Metafóricamente hablando se tienen que alinear los planetas para que se puedan emular varios telescopios en un radio de 6 mil kilómetros.
Los telescopios se tienen que sincronizar con relojes atómicos. Después, en cada región en el que se ubique cada una de las herramientas tiene que haber buen clima y es entonces cuando pueden accionar para comenzar a recoger datos al unísono de tiempo.
En el medio de toda esta configuración, estuvieron las 66 antenas que forman parte del ALMA y el proyecto APEX. Sin ellas no se habría logrado armar la imagen del agujero negro de la Vía Láctea.
¿Qué viene después de esto...?
... Le preguntamos a Luis. Vemos esta imagen de un fondo negro con un círculo color naranja y nos causa curiosidad saber qué vamos a hacer con esa foto.
El astrónomo chileno nos explica que a partir de este momento, además de estudiar a Sgr A*, comienza una cacería de agujeros negros en el universo.
“Si pudimos detectar este, seguramente vamos a poder capturar otros de los que sabemos su existencia y que son más grandes”, nos dijo Luis Chavarría Garrido.
Conocer otros agujeros negros nos ayudan a saber más detalles sobre la formación de las galaxias que a su vez tienen adentro miles de sistemas solares. A los científicos les sorprendió gratamente la similitud en la forma de M87 con Sgr A* a pesar de la diferencia de tamaños y distancia que hay entre ambos.
En ese sentido, el astrónomo chileno nos revela de la existencia de agujeros negros de todo tipo de tamaños regados por todo el universo. “Sabemos de la existencia de agujeros negros que tienen la misma masa de nuestro Sol”.
De esta manera, estudiar este tipo de fenómenos, todavía con muchos misterios por resolver y un universo de posibilidades por conocer, nos va a hacer comprender lo que generan con su existencia, que se da a través de la explosión de una supernova.
La forma que le da a una galaxia, la cantidad de estrellas que forma, el gas que calienta a su alrededor y su brillo son comportamientos que se tienen que seguir estudiando a detalle en éste y los próximos agujeros negros que se logren observar.