Chaika, “Gaviota”, fue el nombre clave que le asignaron, como parte de la misión que pretendía llevar una mujer al espacio. La Unión Soviética ya había conseguido el hito del primer hombre en órbita, alcanzado por Yuri Gagarin. A Valentina Tereshkova le correspondería el honor de ser la primera mujer.
Ella fue la “Gaviota espacial”.
Nacida el 6 de marzo de 1937 en Maslennikovo, antigua Unión Soviética, Valentina Vladimirovna Tereshkova era hija de un tractorista y una trabajadora de una planta textil. Perdió a su padre cuando ella tenía 8 años: murió en la Guerra de Invierno contra Finlandia.
Como su madre, trabajó en la fábrica textil, pero siempre tuvo interés en el paracaidismo, entrenándose en el aeroclub de su localidad. Realizó su primer salto a los 22 años.
La Unión Soviética, por tema político e, incluso, por necesidad, siempre mantuvo a las mujeres en puestos especiales, sobre todo en la Gran Guerra Patria, como llamaban a la Segunda Guerra Mundial. Numerosos batallones femeninos sirvieron en el conflicto, no solo en tierra como la inolvidable francotiradora Roza Shanina, sino en el aire.
Valentina creció bajo ese escenario, y en los años 60, luego que convirtieran a Yuri Gagarin en el primer hombre en viajar al espacio, los soviéticos buscaban llevar a la primera mujer.
Valentina Tereshkova y su camino al espacio
De 400 candidatas, cinco resultaron seleccionadas para las pruebas finales.
Eran Tatiana Kuznetsova, una piloto de caza; Zhanna Sergeichik, maestra; y las paracaidistas Irina Solovieva, Valya Ponomareva y Valentina Tereshkova.
Los requisitos eran ser menores de 30 años, tener menos de 1.70 metros de estatura y 70 kilogramos de peso. Todas lo cumplían.
“Comenzamos nuestra preparación a principios de 1962″, relató Valentina en una entrevista con RT. “Estábamos encerradas para estudiar teoría todo el día. Nuestra práctica incluía estudiar la nave espacial, volar en aviones y saltar en paracaídas”.
De una u otra forma Valentina partió con la ventaja de ser hija de un héroe de guerra. Y finalmente terminó escogida.
Vuelos de ingravidez, pruebas de aislamiento y en el centrifugador, 120 saltos en paracaídas y más: todas estas pruebas fueron superadas por Valentina, que había sido admitida honorariamente en la Fuerza Aérea Soviética.
Con 26 años, el 16 de junio de 1963 Tereshkova abordó la nave Vostok 6. Sería lanzada al espacio, orbitando en 48 ocasiones la Tierra durante tres días.
No resultó un camino fácil para Valentina, que sufrió náuseas y jaquecas. También padeció un error en la programación del viaje, perdiendo la trayectoria por un largo rato y recuperándola posteriormente. Estuvo cerca de alejarse definitivamente de nuestro planeta, pero regresó.
Cuando aterrizó, su madre le preguntó si había visto a Dios. “La nave siguió otra ruta, tal vez por eso no lo vi”, respondió Valentina.
“Sentí que había cumplido con mi deber”
En 1998 conversó con Russia Magazine sobre su proeza. “Sentí que había cumplido con mi deber y me había convencido de que los hombres y las mujeres podían trabajar en el espacio”.
“A lo largo del vuelo”, recordó, “estaba preocupada por el deseo de hacer frente a mi tarea, lo que superó la sensación de riesgo. Yo era consciente de ese riesgo”.
“Al volver a la Tierra, me sentí abrumada por la alegría de superarlo todo: la ingravidez, el espacio cerrado de la nave, todo tipo de situaciones extraordinarias. Y cuando volví entre la gente, repetí las palabras de Frederic Joliot (yerno de Marie Curie, casado con su hija Iréne) después del vuelo de Yuri Gagarin: ‘La humanidad ya no está encadenada a su planeta”.
Tereshkova no volvería a viajar al espacio. Y del grupo inicial de mujeres, resultó ser la única en hacerlo: el grupo se disolvió en 1969, borrándose la promesa de que habría una segunda cosmonauta en alcanzar la gloria.
Svetlana Savitskaya sería la segunda mujer en viajar al espacio, lográndolo en 1982. Mientras, Estados Unidos envió a Sally Ride en 1983.
Casada dos veces, tiene una hija, la médico Telena Andriánovna Nikoláyeva-Tereshkova. Formó parte del grupo parlamentario de su país, y tras su vuelo formó parte del Soviet Supremo, el Comité Central del Partido Comunista y otros cargos políticos, además de servir de embajadora en distintos actos alrededor del mundo.
Con 84 años, la “Gaviota espacial” sigue siendo una referente mundial.