“La Tierra es azul”. Esta fue una de las primeras frases de Yuri Gagarin al momento de alcanzar el espacio, convirtiéndose en el primer hombre en lograrlo. Hoy nos parece una obviedad, pero hasta el 12 de abril de 1961 nadie había podido comprobarlo.
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Gagarin, nacido en la localidad soviética de Klúshino en 1934, hijo de un carpintero y una ama de casa, estaba prácticamente enjaulado en una nave de dos metros de diámetro, la Vostok 1, a una altura de 315 kilómetros. Su viaje duró 108 minutos, con una vuelta a la Tierra por 90 minutos.
Había entrado en 1955 a la Escuela Militar de Pilotos de Oremburgo, y cinco años más tarde resultó elegido como primer cosmonauta para el programa espacial soviético, superando la lista de 350 candidatos iniciales.
Con 1.57 metros de estatura, este piloto de vida sencilla y semblante sereno pasó a ser no solo el héroe de su nación, sino el principal referente en todo el planeta. Estados Unidos miraba cómo su gran rival era el primero en llevar un hombre al espacio, presionando para alcanzar o superar el éxito.
Alan Shepard y John Glenn fueron los primeros norteamericanos en el espacio, unos años después de Gagarin. El golpe definitivo para Estados Unidos sería llegar a la Luna, gracias a Neil Armstrong, Edwin “Buzz” Aldrin y Michael Collins, en 1969.
Yuri Gagarin y el riesgo de su vida: ir al espacio
El programa espacial soviético fue un constante ensayo y error. En 1957 se lanzó el vehículo Vostok, luego el satélite terrestre artificial Sputnik 1 y la perra Laika (murió en órbita).
Para 1960, un maniquí apodado Ivan Ivanovich, a bordo de otra nave Vostok, se perdió en la inmensidad del espacio. También probaron con los perros Belka y Strelka (vuelo exitoso), y Mushka y Pchelka (se destruyó la nave).
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En 1961 llegó el turno de Yuri Gagarin. Su cohete Vostok contaba con oxígeno, comida y agua para más de una semana, como lo recuerda la BBC, pero sufrió muchos fallos técnicos, incluyendo su entrada en órbita a una altitud superior a la prevista.
La nave poseía equipamiento de soporte vial, televisión y radio, para ser monitoreada desde el Cosmódromo de Baikonur.
Aunque para la época representaba un avance tremendo, en la actualidad se reconoce la peligrosidad del vuelo.
“Si la nave espacial Vostok se presentara a los científicos de hoy, nadie votaría a favor de lanzar una cosa tan improvisada como esa al espacio”, señaló el ingeniero Boris Chertok en su libro Rockets and People, citado por la BBC.
“(En ese momento) firmé documentos declarando que todo me parecía bien y que garantizaba la seguridad de la misión. Nunca lo habría firmado hoy. He ganado mucha experiencia y me he dado cuenta de cuánto nos arriesgamos”.
La nave se incendió durante el descenso, y Gagarin tuvo que saltar antes que su cápsula aterrizara, utilizando un paracaídas para caer sin problemas cerca del río Volga.
“Estaba en una nube de fuego cayendo hacia la Tierra”, dijo luego del cosmonauta, según cita la BBC.
Un héroe nacional con un pronto adiós
Inmediatamente Gagarin pasó a ser un héroe nacional y una celebridad mundial. Viajó por muchas partes del planeta, donde era homenajeado, y se le prohibió volver a montarse en una nave espacial, para su seguridad.
Pero terminaría muriendo el 27 de mayo de 1968, a los 34 años de edad, en un vuelo de rutina en su caza MiG-15UTI, cerca de Moscú.
Dejó una viuda, Valentina, fallecida en 2020 a los 87 años, y dos hijas, Elena y Galina.
Hoy, viajar al espacio es solo cuestión de tener algo de dinero (mucho, estemos claros), con las naves privadas de SpaceX, Virgin u otras compañías similares. Es el hobby de cualquier multimillonario en la actualidad. Pero hace seis décadas, un hombre cumplió con su deber y sobrevivió a él, tras arriesgar la vida.
Ese hombre era Yuri Gagarin.