Durante años, millones de fans en todo el mundo han debatido, diseccionado y teorizado sobre los simbolismos ocultos, los dilemas existenciales y los traumas psicológicos de Neon Genesis Evangelion.
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Pero según su creador, Hideaki Anno, todo eso podría haber sido una ilusión bastante bien elaborada. En una entrevista rescatada del programa japonés Top Runner de NHK, Anno habló sin rodeos: Evangelion no fue concebido como una obra filosófica.
Y con eso, tiró por la borda más de dos décadas de especulación otaku.
“Evangelion no es profundo, solo parece que lo es”
Para Anno, todo ese aire místico que ha rodeado a la serie desde los años 90 no es más que una especie de humo narrativo cuidadosamente colocado. “No es filosófico”, afirmó.
“Es más como hacerse el que sabe, pretender ser un erudito”. Según él, muchas de las decisiones estéticas y temáticas fueron estrategias para dar la sensación de que había algo más grande detrás, cuando en realidad no lo había.
“Queríamos que pareciera una historia con fondo, con algo intrigante y cool. Pero en realidad era solo una forma de captar la atención del público”, explicó. Dicho de otra forma: Evangelion fue diseñado para parecer complicado… sin necesariamente serlo.
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La angustia como motor creativo (y como resultado)
Más allá del tono casual con el que Anno derriba sus propios mitos, también hay una confesión personal en sus palabras. Dijo sentirse incómodo con cómo la serie se convirtió en una suerte de refugio emocional para algunos fans.
“No me gustó que se volviera una vía de escape. Por eso hice la película”, confesó, refiriéndose a The End of Evangelion.
Su objetivo con el filme fue provocar una reacción real, incluso incómoda. “Quería que el público despertara, aunque fuera un poco. Que reflexionaran sobre lo que veían.”
Es decir, pasar del anime de confort al golpe de realidad audiovisual, como quien le quita el control remoto al espectador en medio del episodio final.
¿Y los crucifijos, el Apocalipsis y los nombres bíblicos?
¿Todo eso tampoco era importante? Según Anno y muchos observadores, no. Los motivos cristianos —los ángeles, los Lances de Longinus, el Proyecto de Complementación Humana— no tienen una conexión directa con enseñanzas bíblicas.
“No tienen un propósito profundo”, explican. “Se usan como aderezo, porque sonaban exóticos en Japón”. Básicamente, un condimento visual.
El fandom que teoriza contra sí mismo
Los comentarios también dejan claro que Anno es muy consciente del tipo de fandom que generó. “Es interesante cómo los fans de Evangelion inventan sus propias teorías y luego empiezan las peleas al respecto”, mencionó.
Como si la serie hubiera funcionado más como un lienzo abierto que como una narrativa cerrada. Y eso, al parecer, fue parte del truco.
También habló del Shinji original como una figura más convencional de los animes de robots. “Era solo un Amuro más introvertido”, dice. “Huía, recibía consejos de un adulto, ayudaba a las chicas. Nada nuevo, en realidad”.
Evangelion como síntoma de una época
Anno no dejó pasar el contexto en el que Evangelion apareció. Señaló que la serie coincidió con fenómenos sociales como la secta Aum y los seminarios de autoayuda, en un Japón atrapado entre la incertidumbre y la búsqueda de sentido.
Quizá esa ansiedad colectiva fue la que muchos interpretaron como profundidad filosófica.
Con el tiempo, dice, otras corrientes del anime —como el moe, los slice of life y los isekai tipo “Narou”— vinieron a llenar ese vacío con nuevas fórmulas de evasión.
Y Evangelion, dice, se transformó en un producto más de consumo, perdiendo parte del peso emocional que alguna vez cargó.
¿Entonces Evangelion era puro humo?
No necesariamente. Tal vez Evangelion no nació como una obra filosófica, pero sí como una obra sincera.
Sincera en su caos, en su angustia y en su necesidad de comunicar algo, aunque no tuviera palabras para explicarlo. Y quizá esa sea su verdadera fuerza: no lo que oculta, sino lo que muestra sin querer.
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Porque, aunque Anno diga que no era la idea, Evangelion hizo pensar a una generación entera. Y eso, pretendido o no, es bastante filosófico.