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¿Podría el anime dejar de ser japonés? Los temores frente al avance chino y coreano en la industria

¿Los tiempos están cambiando?

Solo Leveling regresa a la pantalla chica con ligeras modificaciones
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Durante décadas, decir anime era decir Japón. Nadie lo dudaba. Desde Sailor Moon hasta Attack on Titan, pasando por Ghibli, Naruto y todo lo que haya salido de una Jump, la animación japonesa era el estándar global. Pero en 2025, el panorama ya no es tan simple.

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Entre la mejora técnica de Corea y China, el modelo de producción japonés que cruje por todos lados, y un ejército de animadores que se muda al mundo de los videojuegos, una pregunta incómoda empieza a flotar: ¿el anime puede dejar de ser japonés?

KADOKAWA prende la alarma (y con razón)

En una entrevista con The Television, los productores Takuya Yoshioka y Maki Mihara —que estuvieron detrás de My Happy Marriage— no se anduvieron con rodeos. Yoshioka se mostró preocupado por la importación de anime extranjero a Japón y la creciente tendencia a tercerizar la animación fuera del país.

¿El motivo? “Hay cosas que solo se pueden hacer con la sensibilidad japonesa”, dijo. Y sí, no es solo una cuestión técnica: hay un intangible cultural que es difícil de replicar.

El gran temor es que, por ahorrar unos yenes, las empresas empiecen a producir más afuera que adentro.

“Si todo se hace en el extranjero porque es más barato, no solo se pierden empleos: también se pierde la esencia”, explicó Yoshioka. Suena drástico, pero no exagerado.

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El anime japonés, víctima de su propio crunch

El problema no es solo externo. El sistema actual de producción de anime en Japón está, digamos, bastante oxidado. Jornadas eternas, sueldos bajos, y condiciones que harían llorar a cualquier sindicato.

Según Mihara, muchos animadores se están yendo a la industria de los videojuegos, que paga más y tiene mejores condiciones. De hecho, Takeshi Kikuchi, jefe de anime en KADOKAWA, dijo que “el gaming está 30 años adelante en términos de globalización”.

A ese ritmo, pronto vamos a tener más ex-animadores haciendo cinemáticas para Final Fantasy que trabajando en animes de temporada.

¿Y si el futuro del anime ya está en Seúl y Shanghái?

Mientras Japón intenta actualizar su sistema, Corea del Sur y China siguen afinando su técnica.

El estudio surcoreano PPURI dejó a todos con la boca abierta tras la animación de la intro de Solo Leveling, y las producciones chinas están creciendo tanto que ya llegan a Japón con orgullo y sin complejos.

Algunas incluso se distribuyen globalmente después de pasar por territorio japonés, como quien pide sello de autenticidad.

Yoshioka no niega que esto puede ser positivo… siempre y cuando Japón se ponga las pilas. “Podríamos enriquecernos con nuevos estilos y colaboraciones, pero solo si tenemos una base sólida que aguante el ritmo”, explicó.

En otras palabras: compartir el pastel está bien, pero que no se lo lleven todo.

Entonces, ¿qué nos queda?

El anime no va a morir, claro que no. Pero si Japón no actualiza su modelo de producción, mejora las condiciones laborales y se asegura de cuidar a su talento, podría perder su lugar como epicentro de la animación mundial.

“Hay que dejar de hacer anime como si fuera comida rápida para venderla rápido”, dijo Yoshioka, y tiene un punto.

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Así que sí, el anime podría dejar de ser exclusivamente japonés. Y eso no es malo per se… pero si Japón quiere seguir siendo el corazón del anime, va a tener que dejar de correr solo por nostalgia y empezar a competir con cabeza.

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