One Punch-Man es una serie que, con su primera temporada, puso el género shōnen patas arriba y nos recordó que la perfección puede venir en forma de un tipo calvo con un chándal amarillo y una rutina de ejercicios de 100 flexiones diarias.
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Sin embargo, la segunda temporada, a pesar de sus mejores intenciones, tropezó con algunos obstáculos que dejaron a los fans con un sabor agridulce. Pero ahora, con la tercera temporada en el horizonte, todos los ojos están puestos en lo que podría ser la gran redención de Saitama y compañía.
¿Cómo esta nueva entrega podría recuperar su lugar en la cima del anime? Acá hay siete claves.
Más Saitama, por favor: Él es el alma, el corazón y el golpe de la serie
La razón principal por la que One Punch-Man brilló desde el principio fue Saitama. Este héroe irónicamente invencible es una sátira andante del típico protagonista shōnen: puede derrotar a cualquier enemigo con un solo golpe, pero vive aburrido porque no encuentra un reto digno.
Su enfoque despreocupado y su vida cotidiana, llena de compras en oferta y problemas de ventilación en su departamento, son el motor que hace girar la serie.
La primera temporada se centró magistralmente en Saitama, mostrándolo como el antihéroe perfecto, alguien que salva al mundo mientras busca tomates baratos en el mercado.
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Pero, en la segunda temporada, su protagonismo se diluyó para dejar espacio a personajes secundarios como Garou. Y aunque Garou es interesante, no es la razón por la que todos nos sentamos a ver One-Punch Man.
Si la tercera temporada quiere recuperar la chispa, tiene que devolvernos al Saitama que conocimos: el tipo que enfrenta enemigos imposibles con una expresión de total indiferencia y quejándose porque se perdió su programa de TV favorito.
Sin relleno, por favor
Ah, el temido relleno, esa plaga que arruina incluso las mejores series de anime. Nadie quiere sentarse a ver episodios en los que los personajes cultivan un huerto de zanahorias o persiguen a un gato perdido (Te estamos mirando, Naruto).
La buena noticia es que One Punch-Man tiene material más que suficiente en el manga para evitar esta trampa.
Con más de 100 capítulos aún sin adaptar, los creadores tienen un buffet libre de acción, comedia y momentos épicos para elegir. Ya sea que decidan hacer una temporada corta de 12 episodios o algo más ambicioso con 24, no hay excusa para añadir episodios inútiles.
Si la temporada 3 quiere triunfar, necesita centrarse en el material original y mantenerse lejos de historias que no aporten nada.
Recuperar la magia en las peleas
Una de las razones por las que la primera temporada de One Punch-Man fue tan memorable fue su animación espectacular, cortesía de Madhouse. Las peleas no solo eran emocionantes, sino que parecían sacadas directamente de una película de gran presupuesto.
¿Quién podría olvidar la pelea de Saitama contra Boros, con colores que parecían estallar fuera de la pantalla?
La segunda temporada, en cambio, no estuvo a la altura en este aspecto. Aunque el estudio JC Staff hizo un trabajo aceptable, las peleas carecían de la misma chispa visual que la primera temporada nos había acostumbrado a esperar.
Con suerte, JC Staff podrá mejorar la calidad visual en la tercera temporada, especialmente considerando que algunos de los enfrentamientos más épicos del manga están en camino, como las batallas durante el arco de la Asociación de Monstruos.
El alma del manga: escalas épicas y absurdas
El manga de One Punch-Man siempre ha jugado con la idea de ir más allá. Los villanos no solo son malos, son amenazas a nivel mundial (o galáctico). Las peleas no solo son grandes, son gigantescas. Y Saitama no solo gana, lo hace con un nivel de meh que es imposible no amar.
Para que la tercera temporada funcione, necesita volver a estas raíces. El arco de la Asociación de Monstruos tiene el potencial para entregar exactamente eso: enfrentamientos masivos, antagonistas absurdos y momentos en los que Saitama literalmente roba el show con un solo golpe.
Pero también debe mantener el equilibrio entre la escala épica y la sátira que hizo a la serie tan especial desde el principio.
Diseño de sonido: que se sienta el golpe
Uno de los aspectos subestimados de One Punch-Man es su diseño de sonido. Tanto en la primera como en la segunda temporada, las peleas están acompañadas por efectos de sonido que añaden peso a cada golpe y cada explosión.
La pelea entre Garou y Bang, por ejemplo, destacó gracias a los sonidos casi musicales de los golpes de Bang, como si estuviera tocando un tambor galáctico.
Para la tercera temporada, el diseño de sonido debería seguir siendo una prioridad. Un buen sonido no solo mejora las peleas, sino que también puede hacer que los momentos cómicos sean aún más impactantes. Después de todo, ¿qué sería de Saitama sin ese característico “¡POW!” cada vez que alguien sale volando a la estratósfera?
Volver a las raíces de la comedia
One Punch-Man no sería lo que es sin su sentido del humor. Desde Saitama derrotando a un villano épico por llegar tarde a un descuento, hasta momentos absurdos como Speed-O’-Sound Sonic siendo golpeado en la entrepierna (varias veces), la comedia es tan importante como la acción.
La segunda temporada tomó un tono un poco más serio, enfocándose en la lucha interna de Garou y otros personajes secundarios.
Si bien eso estuvo bien para desarrollar la trama, la serie necesita recuperar su equilibrio entre comedia y acción. One Punch-Man es más que un anime de superhéroes; es una parodia brillante del género, y la tercera temporada debe abrazar ese espíritu con fuerza.
Un regreso triunfal está al alcance
La tercera temporada de One Punch-Man tiene todos los ingredientes para recuperar la gloria de la primera: peleas impresionantes, un Saitama en el centro de todo, y la comedia absurda que lo convirtió en un fenómeno global.
Si JC Staff logra aprender de las críticas de la segunda temporada y se apega al material original, no hay razón para que esta temporada no sea un éxito rotundo.
Así que, a prepararse, porque si todo sale bien, el Calvo con Capa está a punto de regresar para recordarnos que no hay problema que un buen puñetazo (o una buena carcajada) no pueda solucionar.