La franquicia Dragon Ball ha dejado una huella imborrable en la historia del anime, convirtiéndose en uno de los pilares más emblemáticos del género shonen. Y en el corazón de esta historia está Goku, el protagonista que ha capturado el cariño y la admiración de millones de fanáticos alrededor del mundo.
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Sin embargo, no todos están de acuerdo en que Goku sea un gran personaje principal. Mientras algunos lo veneran como un ícono intocable, otros critican su supuesta falta de profundidad y crecimiento a lo largo de la serie. ¿Es Goku realmente un mal protagonista, o las críticas no hacen justicia al personaje?
Las críticas: ¿Por qué algunos piensan que Goku no está a la altura?
Desde su debut en el primer episodio de Dragon Ball, Goku ha sido presentado como un personaje optimista, infantil y con un amor casi obsesivo por los desafíos. Y aunque esas características lo hicieron adorable en su juventud, muchos críticos argumentan que esa misma personalidad se ha mantenido prácticamente inalterada, incluso en su etapa adulta.
Una de las quejas más recurrentes es que Goku no muestra un crecimiento significativo como personaje. Desde su infancia hasta su versión más reciente en Dragon Ball Super, sigue siendo el mismo luchador ingenuo, un tanto despreocupado y, en ocasiones, incluso irresponsable. Esto ha llevado a que se le critique por ser “unidimensional”.
Ejemplos como no saber qué es un beso, a pesar de tener dos hijos, o el reciente incidente en el manga donde olvidó quién era Pan, han alimentado la percepción de que su carácter no es consistente.
Además, su amor por las peleas a veces lo pone en situaciones cuestionables, como cuando confió ciegamente en Gohan durante la batalla contra Cell, al punto de darle al villano una semilla del hermitaño para que se recuperara. Para algunos, esto no solo demuestra un juicio pobre, sino también una obsesión por los enfrentamientos que pone en riesgo a los demás.
¿Es realmente Goku un mal personaje?
A pesar de las críticas, es innegable que Goku es uno de los personajes más influyentes de la ficción. No todos los protagonistas necesitan ser complejos para ser efectivos, y Goku es un ejemplo perfecto de esto. Su sencillez es parte de lo que lo hace tan accesible y querido por los fanáticos.
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Su personalidad optimista y su espíritu inquebrantable han inspirado a generaciones. Incluso Eiichiro Oda, el creador de One Piece, ha reconocido que Goku fue una gran influencia en el diseño y la personalidad de Luffy, otro de los grandes íconos del anime.
Además, la aparente simplicidad de Goku oculta una profunda lección: el valor de la perseverancia y la auto-mejora. Su deseo de volverse más fuerte no proviene de la ambición egoísta, sino de una necesidad casi espiritual de superarse a sí mismo. Es un mensaje que ha resonado tanto dentro como fuera del universo de Dragon Ball, motivando a los fans a aplicar esa misma mentalidad en sus vidas.
Respecto a sus decisiones cuestionables, como la famosa semilla que entregó a Cell, no deben tomarse como imprudencia, sino como una muestra de su confianza en Gohan. Aunque en el momento fue una apuesta arriesgada, Goku sabía que su hijo tenía el potencial para superar al villano, y al final, su decisión resultó ser acertada.
El legado de Goku: ¿Simple o brillante?
A lo largo de los años, Goku se ha convertido en un símbolo de bondad, ingenuidad y determinación. Aunque su carácter no sea el más complejo, cumple su rol a la perfección como la figura central de una de las franquicias más queridas de todos los tiempos.
Es cierto que no es un protagonista “perfecto” y que algunas de sus decisiones han generado frustración entre los fans. Sin embargo, su impacto cultural y la inspiración que ofrece lo convierten en un personaje que trasciende sus defectos.
Goku no solo es un héroe en el mundo de Dragon Ball, sino también una figura que ha dejado una marca en el corazón de millones de personas. Su legado es prueba de que no todos los protagonistas necesitan ser complicados para ser grandes. A veces, la pureza de un personaje simple puede brillar más que cualquier complejidad narrativa.