Steve Jobs es uno de los genios de los últimos años, pasando a la historia por ser el visionario detrás de Apple al dejar un legado no sólo en el mundo de la tecnología y dispocitivos móviles si no también en el empresarial. Su éxito va más allá de las grandes ideas que tuvo. Además,se debe al valor que le dió a la responsabilidad individual y la colaboración en el entorno laboral con una regla que catapultó al éxito a la empresa de la manzana.
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Dinamarca, un país reconocido por su alto nivel de vida y felicidad, ideó una estrategia sencilla pero efectiva que en poco tiempo marcaba la diferencia y mejoraba la experiencia laboral: la regla de los tres metros. Esta regla propone que cada empleado se responsabilice de todo lo que ocurra en un radio de tres metros a su alrededor. Es decir, si un compañero necesita ayuda, se le ofrece; si hay un desorden, se recoge. Esta simple acción fomenta la colaboración, la autonomía y un sentido de pertenencia a un equipo.
¿Cómo funcionaba esta teoría?
La filosofía de Steve Jobs en Apple también compartía similitudes con la regla de los tres metros. Este empresario fomentaba un fuerte sentido de responsabilidad individual entre sus empleados, impulsándolos a involucrarse en los proyectos de forma integral. Cada empleado, desde los ingenieros hasta los diseñadores, debía sentirse parte del producto final y tomar decisiones trascendentales dentro de su labor. Esta visión permitió a Apple crear productos innovadores y de alta calidad, consolidando su posición como una de las empresas más valiosas del mundo.
Este concepto de los tres metros se extendió rápidamente en la cultura laboral del país europeo para convirtirse rápidamente en un pilar fundamental que mejoró la satisfacción laboral en empresas de diversos sectores. Los resultados fueron sorprendentes y crearon un aumento significativo en la motivación y el compromiso de los empleados. De hecho, un alto porcentaje de trabajadores daneses afirma que seguiría trabajando incluso si ganara la lotería, lo que demuestra el impacto positivo de esta iniciativa.
Con el paso del tiempo, la regla de los tres metros demostró se run ejemplo de cómo un pequeño cambio en la mentalidad puede tener un gran impacto en el entorno laboral. Al fomentar la colaboración, la autonomía y el sentido de pertenencia, esta regla contribuye a crear espacios de trabajo más agradables y productivos. Y aunque fue concebida en Dinamarca, su aplicación puede extenderse a cualquier empresa o equipo de trabajo, independientemente de su tamaño o sector.