El Gran Saiyaman es un personaje que debuta en el arco de Majin Buu, el último de Dragon Ball Z, en 1993. Y sin darnos cuenta, la creación de este alter ego de Gohan fue una especie de crítica de Akira Toriyama a la cultura moderna de Japón, demostrando lo adelantado que estaba en su tiempo.
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El sitio oficial de Dragon Ball publica una entrevista que le hicieron al psicólogo Timothy Takemoto, nacido en Londres, pero de padre japoneses. Estudió en Edimburgo y se mudó al país de sus orígenes cuando tenía 24 años. Su área de experticia es la psicología cultural.
Ha estado investigando la cultura japonesa desde la perspectiva de la religión, la cultura, la filosofía y más. Sus principales temas de investigación incluyen la subcultura (manga, anime, etc.), el turismo, la administración y las artes marciales.
Tomando como bases sus conocimientos sociales, Takemoto analiza al Gran Saiyaman y encuentra que es la representación de las personas modernas en Japón. La tierra del Sol Naciente siempre ha tenido una cultura muy marcada a través de los siglos.
Sin embargo, con la globalización, las costumbres fueron cambiando, hasta el punto de que consideran que los japoneses han dejado de ser tan orientales, para darle paso a su occidentalización (si nos permiten el término). Akira Toriyama lo representa desde 1993 con el Gran Saiyaman, que viene a ser una especie de parodia de todo lo que no es un héroe de Dragon Ball.
“El disfraz y el comportamiento del Gran Saiyaman tienen elementos japoneses y occidentales. Esto es muy similar a la sociedad japonesa moderna, donde hay una mezcla de elementos japoneses y occidentales”, dice el profesor Takemoto, según el sitio oficial de Dragon Ball.
En una extensa explicación, Takemoto diferencia a lo que son los héroes de Dragon Ball y los de occidente. Para los héroes de DC o Marvel, por poner ejemplos de occidente, no existe el punto medio salvo algunas excepciones: o son parte del equipo del bien o son villanos.
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Pero en el caso de Dragon Ball es casi que una constante ver como los enemigos, que en su presentación son la mismísima encarnación del mal, se convierten en parte de los Guerreros Z. Pasó con Yamcha (Ladrón), Ten Shin Han, Chaoz, Piccolo, Vegeta, Majin Buu y hasta con Dábura, que es el diablo.
“En el manga japonés frecuentemente no hay una distinción clara entre el bien y el mal, y en cambio parece que todos los personajes tienen algo en común, casi como si fueran parte de una familia”, señala el profesor Takemoto.
“El Gran Saiyaman se esconde, pero también tiene un lado llamativo donde grita cosas como “¡¡¡EL GRAN SAIYAMAN!!!” mientras hace una pose especial. La transformación oculta parece occidental (...) Cómo se transforma mediante un reloj especial es una característica muy occidental. En la filosofía moderna occidental, se dice que hay una duplicación del yo, y que la forma de asegurar la identidad de este yo duplicado es a través del lenguaje hablado”, añadió.
“En la serie Dragon Ball, el Gran Saiyaman es retratado como un personaje algo cómico. Sin embargo, me parece como si esta representación satirizara a los japoneses modernos que han adoptado demasiadas características occidentales y, por lo tanto, están perdiendo su imagen original de sí mismos”, concluyó el psicólogo.