Broly aparece por primera vez en una de las películas de Dragon Ball Z, a principio de los años 90. Un par de producciones cinematográficas del animé presentaban al personaje como uno de los villanos más complejos de toda la saga.
PUBLICIDAD
Ese Broly era, y al mismo tiempo no era, un saiyajin; el único guerrero puro de esta raza, apartando a Goku y a Vegeta. Por lo tanto, el fan service pedía a gritos que de alguna manera ingresara en el canon.
Lo hizo, y de qué manera. Akira Toriyama le otorgó al personaje una participación que nadie esperaba, pero que reciben gratamente. Broly, siempre visto como un villano lleno de ira, incapaz de controlarse durante una batalla, ahora se encamina a ser un peleador que estará hombro a hombro con los Guerreros Z.
Además de ahora ser un poderoso saiyajin, capaz de controlarse y con buenos sentimientos, Broly se transforma en el primer discípulo de Vegeta. El príncipe de los saiyajines deja el orgullo de lado y le enseña a peleador cómo hacer para sacar lo mejor de sí mismo durante una batalla.
Eso demuestra que Vegeta ya no está obsesionado con ser el guerrero más fuerte del universo. No se confundan, sí quiere ser el de mejor nivel, pero no está dispuesto a exterminar a nadie para lograrlo. Quiere llegar de forma limpia a ese título. Es una de las mejores lecciones que nos ha dejado el más reciente episodio del manga de Dragon Ball Super, el #101.