El icónico juguete de la década de 1990, Furby, está haciendo su regreso, pero esta vez con una característica muy solicitada: un interruptor de apagado para que sientas menos miedo. Hasbro ha anunciado el rediseño para conmemorar su 25º aniversario y su pronto regreso a los estantes.
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Como recuerda Business Insider, el Furby, esa extraña criatura que mezcla características de hámster y búho, conocida por hablar incoherencias y entablar conversaciones sin sentido, ya está disponible en Amazon y se espera que llegue a las tiendas el 15 de julio, según un comunicado de prensa de Hasbro.
Para abordar una preocupación común entre muchos que recuerdan el Furby de su infancia, la descripción del producto en Amazon hace hincapié en que los nuevos Furby pueden ser apagados: “Incluso mejor, Furby puede ser apagado cuando termine la diversión del día”.
El recuerdo malvado de los Furby
El Furby original, lanzado por primera vez en 1998, vendió al menos 40 millones de unidades en sus primeros tres años en el mercado. Sin embargo, como muchos padres descubrieron rápidamente, el nuevo juguete favorito de sus hijos carecía de un botón de apagado. Esto significaba que, a menos que se retiraran las pilas, los Furby podían “despertar” inesperadamente y comenzar a hablar en medio de la noche, recordando un poco a Chucky, el villano muñeco asesino de la película de terror “Child’s Play”.
Incluso la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) prohibió los juguetes en sus instalaciones en 1999, citando preocupaciones de que los dispositivos de grabación incorporados en el juguete pudieran capturar información confidencial.
Un ejecutivo de Tiger Electronics reveló al Wall Street Journal en 1999 que la ausencia de un botón de apagado pretendía imitar el comportamiento de una mascota real, ya que “no puedes simplemente apagar y encender a tu gato o perro”.
Algunas generaciones posteriores de Furby, lanzadas a mediados de la década de 2000 y principios de la de 2010, incluían modos de suspensión e interruptores de apagado, lo que brindaba cierto alivio a aquellos que no deseaban interactuar constantemente con el juguete.