Una de las tantas transformaciones que tienen los saiyajines en Dragon Ball es la del Ozaru. Esta raza de guerreros con cola es tiene la capacidad de convertirse en un mono gigantesco que destruye todo a su paso.
Durante el primer arco de Dragon Ball vimos como Goku sufrió esta transformación con la que mató a su abuelo Gohan y causó muchos problemas a sus amigos. El para ese entonces pequeño saiyajin perdía la conciencia, se descontrolaba y después no recordaba nada.
En el caso de la Tierra se trataba de un solo ser capaz de convertirse en este fenómeno. Los Guerreros Z encontraron la solución cortándole la cola a Goku. De esta manera evitaron seguir siendo víctimas de esta transformación.
Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos cómo hacían en el planeta Vegita, cuando existía obviamente, y estaba completamente poblado de saiyajines. Sabemos que no les cortaban la cola a la gente.
Entonces, ¿qué método aplicaban para controlar el Ozaru y no estar con monos gigantescos por todas partes siempre que había una luna llena?
El Ozaru en el planeta Vegita
Lo principal que debemos tener claro, si es que no lo recuerdan, es que para que aparezca un Ozaru se necesita de una luna llena. El saiyajin se queda mirando durante unos segundos y posteriormente aparece el mono gigante descontrolado.
Teniendo conocimientos de este contexto debemos decir que este no es un problema frecuente para los saiyajines en el planeta Vegita por dos razones.
La primera y principal de todas es que la luna llena solo aparece cada ocho años en este mundo que estaba situado en una región de la galaxia del norte del Universo 6.
Entonces, durante todo ese tiempo los saiyajines se entrenaban para controlar esta transformación. ¿Cómo la lograban sin luna llena cada 28 días, como en la Tierra? Pues tenían satélites artificiales que podían mirar para convertirse.
Los saiyajines eran una raza muy organizada y sabemos que tomaban muy en serio cada combate; Goku y Vegeta nos lo demuestran siempre.
Entonces, no se iban a dejar destruir por una transformación que forma parte de sus instintos más básicos y originarios.