Tomó más de una década para que la película de Uncharted por fin llegara a las salas de cine y el camino ha sido tan tortuoso como complicado.
En su primera encarnación de proyecto, bajo la dirección de David O. Russell, todo apuntaba a que sería un plagio terrible de la franquicia de National Treasure más que una adaptación del juego.
Desde ahí todo apuntaba a que la cinta sería un desastre pero luego la producción entró en un limbo infinito donde directores, guionistas y protagonistas abandonaban en masa el proyecto.
Hubo un franco momento en el que nos daba la impresión de que jamás veríamos una película de Uncharted en salas de cine. Pero entonces, Tom Holland y Ruben Fleischer hicieron el milagro.
Uncharted es una adaptación brillante del videojuego: eso no la vuelve una película legendaria
Las películas que son adaptaciones de videojuegos implican siempre una acrobacia extremadamente complicada. Tienen que condensar en un par de horas historias mucho más extensas.
A la par que deben respetar la esencia que distingue al título trasladando puntos de la trama y de las mecánicas de juego al lenguaje cinematográfico. Bajo el objetivo de lograr al final de todo eso una experiencia redonda y entretenida.
Muy pocas son las cintas que han logrado mantener ese balance. En fechas recientes hemos visto dos ejemplos recientes: Mortal Kombat y Sonic The Hedgehog.
Dos películas que son bastante entretenidas y complacientes con el culto a sus franquicias. Pero que nunca ganarán un Óscar y que para el espectador casual ajeno a los juegos les pueden parecer incluso estúpidas.
Uncharted se suma justamente a esta curiosa dinastía. La cinta es terriblemente divertida, en la misma línea que las mejores cintas Pirates of the Caribbean, la adaptación es muy astuta para armar esta trama-precuela.
Pero la grata experiencia de haberla visto dura lo mismo que la película y se olvida prácticamente en cuanto abandonas la sala. Como cuando te subes a una atracción de un parque de diversiones.
Eso para nada es reprochable, Uncharted nunca tiene la intención de ser una pieza de cinema. Pero hay un detalle que podrá dividir a los fans de la franquicia.
La película de Uncharted mezcla las tramas del primer juego, el tercero y la cuarta entrega, guarda para después a algunos personajes importantes, altera las líneas de tiempo para hacer encajar todo con la edad de Tom Holland y toma prestadas secuencias de acción brutales para reproducirlas plano por plano en puntos no tan climáticos como lo son cuando suceden en los juegos.
Esta mezcla podrá causar mucho malestar a los puristas, quienes no estarán tan convencidos por la alteración de los factores.
En particular por arrastrar los mismos problemas del primer juego, donde el villano es poco convincente y el enfrentamiento final es tan flojo como frustrante. Esa sensación también termina sintiéndose así con respecto a los antagonistas y funciona como un lastre.
Mientras que los espectadores casuales podrán encontrar inverosímil y exagerado lo que están viendo en pantalla, como con la secuencia del avión tan promocionada en los avances o la persecución área entre barcos piratas.
Pero eso es Uncharted y fue adaptado de manera magistral. El problema es que eso no significa que se haya logrado una película legendaria.