Había pasado un buen tiempo desde que no ponía a prueba en mi día a día un nuevo monitor gamer, y el curvo de Xiaomi respondió bastante bien para el bajo precio que tiene.
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A nivel de especificaciones, tenemos 34 pulgadas en diagonal, con relación de aspecto de 21:9. Que es ideal para multitarea y cosas de ese estilo. Eso sí, es un aparato grande, hay que tener un escritorio adecuado.
Su taza de refresco es de 144Hz, por lo que si tienes buena máquina se siente todo muy fluido (con el ROG Strix Scar III anda perfecto), sin cortes ni desgarros. Ojo, si usas AMD, mejor aún, porque tiene FreeSync, algo a considerar.
La resolución es de 3440 x 1440, por lo que alcanza a ser lo suficientemente denso en la mayoría de las situaciones. En juegos bien optimizados para esta relación de aspecto es una exquisitez.
Ahora, algunos aspectos claves: no tiene parlantes, tienes que traer los propios, o un headset en su defecto. A pesar de ser súper personalizable en inclinación hacia adelante y los costados, en mi caso me faltaron unos buenos centímetros extra de altura. Buena cosa es que sea compatible con monturas VESA, por si tienes un set por ahí armado.
A pesar de ser de bajo costo, en comparación a productos similares, se siente bien construido, con una materialidad decente y un sistema de ordenamiento de cables inteligente, con tapas con imanes y más.
Su brillo de 300 nit es suficiente en la mayoría de las situaciones y el tiempo de respuesta es correcto: 4 ms. Eso sí, recomiendo usar Display Port, rinde mejor en todo aspecto.
Si bien creo que hay que meterle harta mano a la configuración para alcanzar mejores colores y tonos, por el precio al que se ofrece en la tienda oficial de la marca, creo que es una opción de alto nivel para quienes estén en búsqueda de un monitor para llevar sus juegos al siguiente nivel, sin romper tanto la billetera.